miércoles, 22 de octubre de 2014

Soberanismo de 2º Grado; Asociación Súmate y las proyecciones unionistas etnocéntricas

Nota: En la Teoría Integral se habla del 2º grado cuando se pasa del nivel de conciencia Verde pluralista-sensible al Amarillo/Esmeralda, en que se alcanza la comprensión de que todos los niveles anteriores son válidos pero parciales. En los niveles de 1º grado, hasta Verde, se toma el propio nivel como el único admisible y se rechazan los demás.
Quizás sea atrevido hablar de niveles de 2º grado en una controversia tan pasional como el proceso soberanista. El tiempo pasa, y el nivel de agresividad e incomprensión se mantiene e incluso aumenta. El lanzamiento de proyecciones al “otro” no se detiene. El mecanismo de proyección consiste en ver algo desagradable del otro que también forma parte de mí, pero activo este mecanismo precisamente para evitar sentir eso tan desagradable en mí mismo
Desde este punto de vista, el análisis de proyecciones se vuelve muy interesante para rastrear la sombra colectiva de cada posición, tanto la unionista como la soberanista (que traté de explorar en el último post). Desde que empezó este proceso, los medios unionistas que se auto-perciben como los que más “aman a España” no han escatimado insultos y descalificaciones, cuyo blanco principal ha sido el President Mas. Las más gruesas –“ha perdido el juicio”, “nazi”, etc.- son una buena muestra del nivel Azul/Ámbar de quien las emite. Recordemos que este nivel se denomina “mítico-pertenencia” porque considera que hay un BIEN incuestionable (en este caso, la unidad de la Nación española forjada durante siglos) que exige acatamiento por parte de la comunidad de creyentes. El desafío a ese BIEN absoluto sólo puede venir de una maldad también absoluta; por tanto el desconcierto del devoto ante semejante órdago es tal que, antes de revisar el objeto de su credo –ese BIEN que ha sido la Nación española unida-, con el dolor desgarrador que conllevaría reexaminar su creencia absolutista y permitir que emerjan las sombras de ese amor a su Nación, prefiere evitar tal comprobación juzgando al que osa cuestionar el dogma como un loco o un malvado total: un “nacionalista” perverso, equiparable a los nazis. No se trata tanto de que su oponente sea malo como de intentar no sentir el dolor de descubrir su ser identificado con una imagen que se tambalea
Sin llegar a descalificaciones tan tremendas, otra de las más repetidas desde el unionismo es la de que Mas “engaña a los catalanes”. Con lo cual se está atribuyendo al President de Catalunya una grandísima habilidad de convencimiento que debe correlacionar con la grandísima credulidad (o “adoctrinamiento” que dicen los medios unionistas) del pueblo catalán. Los datos sin embargo muestran que éste ha sido un proceso que ha ido desde la calle, sobre todo a partir de las grandes manifestaciones sin parangón en Europa desde 2010, hacia arriba, hasta los políticos, que en general se han sentido incómodos con tensiones y desgarros en casi todos los partidos. Incluso aunque esta acusación unionista de adoctrinamiento fuera cierta, como estrategia es extremadamente torpe y también ingenuo y arrogante –por eso deducimos que hay una sombra actuando- el tildar a un pueblo de crédulo y de adoctrinado, y confiar que así esa parte descarriada de nuestra Nación se dará cuenta, cambiará de opinión y finalmente verá la Verdad. Esa verdad de que “unidos (la Nación española unida –e uniformada) somos más fuertes y nos va mejor”; una verdad que para quien no la reconozca es la prueba de su adoctrinamiento.
Esta acusación tan popular está dando por supuesto que un líder, un jefe político, tiene un gran poder sobre su pueblo. Volvemos a encontrar aquí otra característica del nivel de conciencia Azul/Ámbar, mítico-pertenencia, cuyo eje central se basa en la obediencia a lo que decida la autoridad superior y el sometimiento a las reglas sobre el bien y el mal: El pueblo no tiene criterio, ni lo necesita, puesto que el BIEN ha sido tan claramente establecido desde arriba que, cuando el líder decide, el pueblo acata. Volvemos a encontrarnos con la estrategia para evitar sentir el dolor de revisar esa Verdad con la que había construido mi identidad al identificarme con ella: Ante el desafío inconcebible al BIEN absoluto de la indisoluble Nación española, construyo la explicación del adoctrinamiento por los malvados líderes catalanes, que así tratan de tapar sus chanchullos con la senyera y su nacionalismo egoísta. (Y por supuesto que esta acusación tiene fundamento, como ha demostrado el “caso Pujol”. Sin embargo ésa es la astucia del mecanismo de proyección: la acusación “al otro” está fundamentada, pero aun así tiene más relación con el que la lanza que con el que la recibe) 
De todas maneras, hay una entidad que todavía ha recogido más insultos y descalificaciones que el President de la Generalitat, me refiero a la Asociación Súmate, que junto con l’Assemblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural han sido las que desde la sociedad civil han organizado la movilización popular en favor del proceso soberanista. Lo particular de esta asociación es que está formada por gentes que han nacido fuera de Catalunya y en su apoyo al soberanismo reivindican sus raíces españolas. En su web dicen:
Nos sentimos orgullosos de ser quien somos, de nuestra tierra. No vamos a renunciar a nuestra identidad, a nuestra cultura ni a nuestra lengua. Y no lo vamos a hacer en el futuro. Porque queremos un país abierto, diverso y rico, donde quepan todas las identidades. Cataluña ha demostrado que somos un solo pueblo, sin fracturas ni rupturas, sin renuncias.
Cataluña, la Cataluña que hemos construido entre todos, tiene ante sí un gran reto. Todos los que formamos parte de este país tenemos la oportunidad histórica de cambiarlo. Por eso defendemos nuestro derecho a decidir. Y decidir nuestro futuro depende de todos.
No queremos que tutelen nuestro futuro, ni los políticos de allí ni los de aquí; es la sociedad civil, somos todos, la que se está moviendo para cambiar las cosas.
Se trata de un soberanismo que no se fundamenta el nacionalismo (catalán) ya que reivindican sus raíces españolas, una opción política que no no parte de cuestiones identitarias sino de revindicar una redistribución de soberanía, separando la cuestión de la nación (interior colectivo) y la del Estado (exterior colectivo), algo que el unionismo Azul confunde y lo mezcla. Como dicen “no importa tanto el origen como adonde queremos ir”. Por eso me atrevo a calificarlo de 2º grado, adentrándose en el nivel Amarillo/Esmeralda de la Dinámica Espiral. Al menos no he leído ninguna propuesta política que se aleje tanto de lo identitario, que es lo que alimenta lo más regresivo del espectro. Incluyen lo Azul con su noción del deber: “estamos comprometidos con nuestra tierra de adopción, la de nuestros hijos”. Incluyen lo Naranja logro-racional (dominante en el soberanismo): “Queremos un Estado eficiente que esté a nuestro servicio”. E incluyen lo Verde sensible-pluralista “No importa la identidad de origen, nuestro objetivo incluye todas las sensibilidades
Por internet hemos leído una buena colección de improperios. Su antiguo paisano, el Presidente de Extremadura, dijo “es de psiquiatra, padecen síndrome de Estocolmo”. Otros insultos han sido “como judíos que colaboraron con los nazis”, “hacerse perdonar que son charnegos”, “locos”, “tontos”, “acomplejados de ser españoles”... Las descalificaciones no sólo les vienen de la derecha, sino también de escritores progres como Almudena Grandes entre otros.
La ira suele ser una reacción ante la invasión o la rotura de algo que considero mío. En este caso ¿Qué hay debajo de esa irritación que suscita Súmate? ¿Qué se rompe internamente en tantos interlocutores que lanzan contra Súmate tamaña catarata de descalificaciones? Ahí se detecta un relato que más o menos vendría a decir “la pérfida burguesía catalana, además de explotar económicamente al pobre emigrado español, encima le hace renunciar a su cultura y le obliga a hablar catalán...” Ya hemos visto que para ahorrarse examinar la propia creencia sobre cómo se ha construido la Nación española, el nacionalista “malo” siempre es “el otro”: egoísta, etnocéntrico, opresor… A este relato se le añade una dosis de paternalismo disciplente, muy típico entre “progres” e intelectuales: “esos buenos proletarios, inocentes e incultos, alienados por esa burguesía nacionalista que nadie se atreve a denunciar (excepto yo, que soy más listo y me doy cuenta)”. El relato se remata con buen tremendismo identitario para excitar las emociones: “Los separatistas pretenden convertir en extranjeros en su propia tierra a la mitad de la población. Quieren hacer elegir a los niños entre papá o mamá, entre Catalunya o España”. 
Este relato, necesariamente caricaturesco por el espacio que disponemos, junto con los insultos arriba reseñados, vuelve a ser una muestra del nivel de conciencia Azul/Ámbar mítico-pertenencia basado en identidades inamovibles y la lucha sin componendas del Bien contra el Mal. Desde ahí ya se da por establecido qué es un buen español, cuyo deber es sostener en todas partes esa identidad otorgada desde arriba –desde el Estado, la Historia, la Nación, etc. Los catalanes, con eso de tener otra lengua (igual que los demás “nacionalistas” periféricos) siempre han sido un problema para hacerlos encajar en esa identidad nacional española, la “buena” e indiscutible; Ahí encontramos la sombra de la identidad nacional española. Pero lo que para la conciencia mítico-pertenencia ya resulta inconcebible -y de ahí la irritación y los insultos contra Súmate- es esa traición de unos españoles de origen “bueno” que dejan de identificarse con esa identidad de buen español,  con ese “ser” que les asignaba la conciencia Azul/Ámbar (puesto que ya han subido a un nivel Verde o incluso Esmeralda/Amarillo). Traición aquí significa que empieza a dejar de tener sentido aquel popular relato identitario de los nacionalistas “malos” y falsos (“esos burgueses catalanes que inventan mitos para seguir con sus privilegios”) contra la Nación buena y verdadera –España-. Para los que todavía mantienen su visión del mundo basada en los relatos sobre la identidad nacional, ese relato se les resquebraja y el suelo empieza a movérseles debajo de los pies. Que tu creencia se tambalee, que tu visión del mundo quede desmentida, es experiencia muy desagradable, por eso es más fácil reaccionar contra el traidor que no se comporta conforme a lo que establece nuestra identidad, y no tan fácil reexaminar los fundamentos de esa creencia identitaria y aceptar su fragilidad. 
La Teoría Integral dice que los niveles de abajo son más estrechos y los de arriba más amplios e inclusivos. Por eso, cuando el sentido del Yo o del Nosotros se deriva de los niveles más inferiores de la Espiral, más miedo hay y más se activan los mecanismos primarios de agresión o huida (fight or flight). Es algo análogo a la famosa Pirámide de Maslow. Quedarse “enganchado” al nivel de la seguridad o de la afiliación demanda mucho esfuerzo para preservar mi identidad, cuanto más arriba más ligero y más libre. Desidentificarse de cada nivel, o simplemente experimentar su fragilidad, es una experiencia dolorosa. La Teoría Integral habla de “muerte (al nivel que estoy) y trascendencia” para poder ascender al siguiente nivel superior. 
No olvido que hay un Unionismo en otros niveles por encima de Azul/Ámbar. Sin embargo mantengo mi tesis de que ése es su nivel dominante con su miedo a mirar realmente cómo ha construido la identidad nacional española y con su dificultad para abrazar la fragilidad de esa identidad (“no se puede votar!”), reconocer sus sombras y librarse de su anhelo de solidez ante el desafío soberanista.
La resistencia, la ira, el miedo, la sombra o el anhelo de solidez no es patrimonio exclusivo ni del unionismo ni del nivel Azul, por supuesto. Basta mirar la crispación que en todas partes se ha activado con el soberanismo. En estas polémicas, la posición de Súmate es la más evolutiva de todas las que he podido situar en la Dinámica Espiral

miércoles, 17 de septiembre de 2014

¿A donde "va" Catalunya si consigue la "independencia"?

Hace unas semanas me encontré con un conocido, viejo militante de la causa independentista (no hay tantos de estos, la mayoría se ha hecho independentista últimamente). Le conté que acababa de empezar un blog sobre el tema soberanista aplicando la Teoría Integral.
-Ah. Parece muy interesante lo que me cuentas
-Lo estoy escribiendo en castellano
-¿Y por qué lo escribes en castellano? [él sabe que yo simpatizo con la causa soberanista y colaboro con iniciativas culturales catalanistas]
-No tengo tanto interés en convecer a los convencidos (del soberanismo) como en llegar a muchos otros que no entienden o malinterpretan lo que está pasando
- ¡Tú escribiendo en castellano!
-Pues claro. En función de lo que me interesa uso la lengua que me convenga
Entonces me replicó entre risas con sorna: “No, si al final nos independizaremos y nos vamos a encontrar con el mismo país que teníamos antes
Me pareció una respuesta ingeniosa que tiene mucha miga. Refleja muy bien una sombra del soberanismo. Hay un soberanismo Azul/Ámbar que rechaza lo español. Tiene un fuerte componente romántico, de la ancestral Catalunya incontaminada por la opresión española. Por supuesto, desde el lado unionista se replica: “aunque no querais, aunque lo negueis, sois españoles”. Con lo cual, este romanticismo soberanista insiste con más vehemencia en asociar “lo peor” (corrupción, chanchullos, incompetencia, prepotencia, autoritarismo y hasta fascismo) con “lo español”. Hay que mantener la máxima distancia posible con semejante calamidad. Los hashtag “marxem , mejor vecinos” refleja bien esta mentalidad, además con twits que tienen bastante sentido del humor.
El mecanismo de proyección, esto es, atribuir “al otro” algo propio que no puedo ver en mi porque me resulta desagradable (la sombra), funciona de manera muy inteligente. Cuando acuso “al otro” de algo, habitualmente la inculpación tiene fundamento. Es fácil encontrar pruebas que sostengan la acusación contra ese otro. Lo verdaderamente difícil es ver ese defecto equivalente en uno mismo. Y cuanto menos lo veo en mi mismo, con más vehemencia acuso a los otros.
A veces observo una buena carga de romanticismo en el soberanismo: “nos separamos de España y así nos libraremos de todo lo malo que padecemos en política por no disponer de Estado propio”. Por supuesto hay muchas pruebas que avalan la tesis que el Estado español no sirve a los intereses de Catalunya. Sin embargo parece que se esté repitiendo como un espejo la vieja mitología del Estado-nación, que es donde se halla atrapado ese unionismo incapaz de ofrecer al soberanismo una respuesta que no sea la amenza.
Repito la perogullada de que vivimos en una sociedad global. Esto quiere decir que los problemas políticos verdaderos son globales: cambio climático, migraciones masivas, globalización económica, etc. Los estados-nacion de los últimos siglos no sirven para dar una respuesta eficaz a esos problemas. Ni el Estado español, ni el futuro Estado catalán. A solas no pueden, por eso se articulan las unidades políticas supraestatales como la UE, la ONU, el FMI o la OMC. Las dos últimas completamente antidemocráticas; sus decisiones afectan a millones de personas pero no rinden cuentas.
Si el proceso acaba tal como pretende el soberanismo, al final de la carrera nos encontraremos que la Generalitat, como Estado, tendrá su ministerio de exteriores, de hacienda y de defensa, de los que ahora carece. Seamos “independientes” o no, los catalanes continuaremos sometidos al FMI y demás entidades supraestatales. En el post anterior hablamos de la diferencia entre nación y Estado. En la jerga integral, la primera pertenece a lo colectivo interno y el segundo a lo colectivo externo. Se puede analizar objetivamente que competencias debe tener el Estado y por donde cede soberanía (hacia arriba, por ejemplo, con la moneda común).
Las pasiones que levanta el proceso soberanista no vienen por esta cuestión objetiva del Estado, de como se reestructran sus competencias, sinó por el tema de la Nación. Ahí está la sombra colectiva que enciende las pasiones ante la “rotura de España” o la “independència i llibertat” de Catalunya. En siglos anteriores conllevó masacres y guerras civiles.
El debate sobre el Estado, como se ha visto en el referendum escocés, se puede hacer con bastante objetividad: poniendo las cifras sobre la mesa y discutiendo cual será la mejor opción. El debate sobre la nación es un wicked problem que no tiene solución desde la altura Azul/Ámbar mítico-pertenencia.
Las ilusiones de que con un nuevo Estado nos vamos a librar del “mal” pueden dar fuerza emocional al proceso político –como la está dando a sus oponentes, si observamos su agresividad contra los que “pretenden romper España”. Sin embargo Catalunya es como es, con su variedad de gentes y de idiomas, con su cuota de corruptos, con su impotencia –como cualquier otro país- para enfrentar a solas los desafíos de la sociedad global. En otras palabras, después de la “independencia” los problemas van a ser casi los mismos. Por eso me pareció que la sorna de mi amigo con que “nos vamos a encontrar con un país igual, después de independizarnos” era más acertada de lo que él pensaba. Aún así, a pesar de ese esfuerzo tan descomunal para un cambio tan pequeño, tal como se está llevando este proceso soberanista, pienso que es un movimiento más evolutivo que el unionismo vigente, regresivo y anclado en Azul/Ámbar.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Nación y Estado

Desde este blog no pretendemos ampliar los análisis sobre el tema de la nación y el Estado, puesto que ya cuenta con una bibliografía importante. Para acotar este tema confuso me serviré de estas definiciones del diccionario de la RAE:

Nación

3. f. Conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común.

Estado

5. m. Conjunto de los órganos de gobierno de un país soberano.
Desde el catalanismo, y más ahora con el soberanismo, siempre se ha diferenciado entre nación –catalana- con su lengua propia, su historia, indiosincrasia etc,- y Estado –español- estructura jurídica que gobierna al pueblo. Desde el lado unionista se habla de la nación española, algunos historiadores la remontan a la hispania romana, otros a la Reconquista, otros al matrimonio de los Reyes Católicos... la cuestión es que consideran España una nación que engloba diversos pueblos, regiones, etc.
La Teoría Integral habla de realidades individuales y colectivas, y también interiores y exteriores (objetivas). Esto nos proporciona lo que denomina los cuatro cuadrantes
Desde ese mapa podemos situar a la nación dentro del cuadrante inferior izquierdo y al Estado en el inferior derecho. El inferior izquierdo se refiere a que todo yo (superior derecho) forma parte de un “nosotros”, una conciencia grupal intersubjetiva, en un sentido más amplio, una cultura. El “nosotros” también tiene una faceta exterior en el inferior derecho, una dimensión social con formas de conducta exterior que se pueden estudiar objetivamente con ciencias como el derecho, la sociología y más. La visión evolutiva de la Teoría Integral dice que el inferior izquierdo, la cultura, el “nosotros” se expande desde lo egocéntrico (“yo”) a lo etnocéntrico (“nosotros”) a lo mundicéntrico (“todos nosotros”). Esta expansión de la conciencia grupal facilita la expansión de los sistemas sociales del cuadrante inferior derecho: de los grupos tribales a las naciones y de ahí a los sistemas globales.
El proceso soberanista está levantando grandes pasiones entre sus partidarios y sus detractores. Por eso sostenemos que en esta controversia hay todavía activa una gran sombra colectiva. La sombra se refiere a las partes del yo –personal o colectivo- que no se han hecho conscientes porque llevaría a la desagradable experiencia de ver que el yo real no coincide con la imagen del yo construido. Cuanto más ideal y fantástica es la imagen que se erige de si mismo, con más ahinco luchará para evitar los sentimientos de desengaño, decepción o cosas peores que surgirían al romperse esa imagen. La psicología estudia los mecanismos de defensa –proyección, negación, racionalización…- que usa el sujeto para no tener que tomar contacto con esos aspectos dolorosos que la sombra inconsciente trata de ponerle delante.
Estos mecanismos de defensa también se dan en el sujeto colectivo. La proyección es de los más típicos en política: “vosotros sois los malos, violentos, corruptos, ladrones…” –y cuanta más violencia o codícia no reconocida tenga en mi mismo, con más pasión necesitaré denunciar a los violentos o codiciosos que encuentre enfrente mío. El grado de proyecciones que está generando el proceso soberanista me deja asombrado, si tuviera más tiempo podría dedicarle una sección diaria.
Según la Teoría Integral, el Estado es un tema colectivo exterior, objetivo. Lo que viene a proponer el soberanismo es una reorganización del Estado para que el gobierno de Catalunya tenga su propio ministerio de exteriores, defensa, hacienda y competencias exclusivas en los que ya tiene, subsumido bajo la Unión Europea. Este proceso político será viable o no, lo veremos los próximos meses. ¿Por qué tanta pasión por ambos lados? La pasión viene por el lado de la nación, no del Estado. ¿Qué es una nación? ¿España es una nación? “No. Lo es Catalunya” responden unos. ¿Catalunya es una nación? “No. Lo es España” responden los otros.
La conciencia etnocéntrica Azul/Ámbar se identifica con “mi grupo”. Negarle esa identidad es una experiencia terrible. Esa identidad etnocéntrica se puede negar e incluso aniquilar por la fuerza, como se ha visto tantas veces en la historia: “Convertiros a nuestra religión u os cortaremos el cuello por infieles” “No sois tibetanos, sois chinos” “no sois saharauis, sois marroquíes…”. Esa identidad también puede quedar negada no por un acto de fuerza sinó porque se resquebraja la imagen que uno había construido y con la que se identificaba. Esto es lo que hacía Sócrates con sus interlocutores, que los dejaba descolocados; O Jesús con los más “buenos y puros”, los fariseos. En lo colectivo, se dice que a los EEUU se les rompió su autoimagen de “los mejores”  en los 60 con el asesinato de Kennedy y con sus atrocidades televisadas de la guerra del VietNam. Sea por un acto de fuerza externa, o sea por una evolución interna, la rotura de la imagen con la que se ha construido la identidad es una experiencia dolorosa, y se invierte mucha energía para evitar tal experiencia. La jerga integral llama “desidentificación” a este proceso de evolución interna, previo al trascender e incluir en un estadio evolutivo superior.
Los partidarios de la “Nación Española” evocan los siglos de esfuerzo que ha conllevado construirla. Creo que tienen toda la razón, y por ahí se puede entender su pasión en defenderla y su angustia ante la amenaza de su rotura. Sin embargo no recogen para nada que esos “siglos de esfuerzo para construirla” incluyen un pasado de violencia, de crimen y de negación de lo diferente que tiene poco parangón en la historia europea, a pesar del historial sangriento con el que también se construyeron otras naciones europeas. El esfuerzo y la energía por negar ese pasado criminal es descomunal. De ahí también la infatigable tarea de proyección. Cuando hace un par de años el proceso soberanista cogió vuelo, el asombro de los medios unionistas fue tal que al principio sólo supieron calificar los soberanistas de “locos” o “nazis” para arriba. Curiosamente, esos partidarios de la Nación Española se denominan a si mismos no-nacionalistas, puesto que consideran que el “nacionalismo” es algo malo (cosa de nazis) y, por tanto, sólo “los otros” (vascos, catalanes…) son nacionalistas, los que desafían la Nación (-Estado) español. Es un buen ejemplo de proyección. Lo grave es que mientras se lanzan las proyecciones “al otro”, el diálogo para llegar a acuerdos se vuelve muy difícil, y aún se vuelve más dificil cuando cuando las propuestas nacen desde diferentes niveles de conciencia: Azul/Ámbar, Naranja o Verde, que no saben reconocerse entre sí, tal como escribe Ken Wilber en el texto reproducido arriba a la derecha.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Trascender e incluir. Razones para el desencuentro entre Catalunya y España (entre soberanismo y unionismo)

En mi tesis he defendido que el conflicto entre el soberanismo catalán y el unionismo español se explica porque ambos se encuentran en altitudes diferentes. El centro de gravedad del unionismo español es Azul/Ámbar, y éxito actual del soberanismo catalán se basa en que ha desplazado su centro de gravedad desde Verde (ahí todavía se encuentra mucha de su munición intelectual) hasta Naranja, con su propuesta de un Estado más eficiente y más justo. Desde estas diferentes alturas –como explica la Teoría Integral para los niveles de primer grado- ninguna puede reconocer a la otra, se rechazan entre sí y el conflicto se muestra irreconciliable.
Cuando lancé este blog, en los grupos de Facebook dedicados a la Teoría Integral, desde posiciones unionistas se criticaba el soberanismo como algo “etnocéntrico”. Para mi esto confirmaba mi tesis que, desde el nivel Azul/Ámbar mítico-pertenencia, cualquier cuestionamiento de su visión (en este caso, unionista) se reinterpretaba como una regresión etnocéntrica casi de nivel Rojo, puesto que desde Azul no se puede ver los niveles Naranja (tecnico-racional), Verde (sensible-pluralista) y los demás que tiene por encima. Con lo cual yo acusaba a los unionistas de etnocentrismo Azul, y ellos me devolvían exactamente la misma acusación de etnocentrismo.
En esta interesante discusión se planteó que el holón España trasciende e incluye el holón catalán. Es decir, la secuencia cada vez más abarcadora sería Catalunya-España-Europa-Mundo. Joan Umbert Font, desde una posición soberanista replicó que la propuesta soberanista és Catalunya-Europa-Mundo.
La Teoria Integral define un holón como un todo que forma parte de otro todo mayor. Ken Wilber tomó este concepto de Arthur Koelster. El ejemplo que suele poner es que un átomo es un todo en si mismo, pero queda trascendido e incluido en una molécula, que és otro holón que queda trascendido e incluido en una célula, y así... La Teoría Integral también habla de holones individuales y holones sociales, que son los que aquí tratamos; éstos cuentan con una conciencia intersubjetiva y un modo de discurso dominante en el “nosotros”.
Para los unionistas –sin tener en cuenta ahora a qué altura de la espiral se encuentren, Azul, Naranja, Verde, o más…- lo natural es que el holón Catalunya quede incluído y trascendido en el holón superior de España, y ésta queda trascendida e incluída en el holón superior de Europa, y así hasta llegar a una inclusión mundicéntrica o, como propugna la Teoría Integral, hasta kosmocéntrica. La réplica soberanista a este planteamiento es que el holón España no ha sabido/podido trascender e incluir el holón Catalunya. En lugar de incluirlo, lo niega. Por eso ahora se plantea la secesión
Esta afirmación de que el holón España no incluye el holón Catalunya sorprende a los unionistas de buena fe ¿no somos todos iguales en España? ¿No cabemos todos juntos? ¿No podemos convivir unidos?
La Teoría Integral sostiene que en el proceso de trascendencia e inclusión en un todo mayor hay una renuncia, una muerte, a la identificación con el estadio previo. Este estadio previo queda incluido dentro de un todo mayor. Cada vez que emerge un nuevo holón, se renuncia a algo del estadio previo porque se gana una amplitud mayor. En lo que la Teoría Integral denomina el cuadrante inferior derecho –la sociedad- se evoluciona de la tribu, nivel Magenta/Púrpura, al imperio feudal, nivel Rojo, a las naciones antiguas, de nivel Azul/Ámbar, a los Estados corporativos (democracia capitalista), de nivel Naranja, a las comunidades de valor o el Estado social, de nivel Verde, y de ahí, ya en el segundo grado de la Espiral, a las comunas integrales y los meshworks holísticos. Sin tanta complejidad, es fácil de entender que, por ejemplo, pertenecer a un holón superior como la Unión Europea comporta una renuncia a ciertas prerogativas del Estado-Nación como la de emitir moneda nacional. Esta negación, esta renuncia es el paso necesario para acceder a un nivel superior de más complejidad y más fortaleza.
Desde el soberanismo se percibe que el holón España exige una renuncia demasiado grande al holón Catalunya para que éste quede integrado: “no se nos deja ser lo que somos”. En otros tiempos, cuando “La gran transformación” de la que habla Karl Polanyi comportó la anulación de las diversas formas de cultura popular en aras un mercado nacional dirigido por el Estado-nación, este contaba con potentes instrumentos coercitivos para llevar a cabo su misión. En la Europa del sXXI algunos de estos métodos de coerción, la violencia del Estado para un bien superior, ya no sirven, aunque todavía se invoquen desde ciertos medios unionistas.
En artículos previos hemos tratado de explorar la sombra colectiva de España y Catalunya, y como ambos se han necesitado para proyectarla sobre el otro. En concreto hablé de la sombra de los más fervientes unionistas, que cuanto más han luchado por mantener lo que llaman “la unidad de España”, más reforzado ha salido el soberanismo. En otro artículo hablamos de la sombra victimista del catalanismo, que hace que las agresiones a Catalunya (en mi opinión las hay –aunque la tensión sea algo consustancial a cualquier relación humana) queden investidas con una patina de resentimiento más cobardía que anula su solución constructiva. El agresor, ante la actitud victimista, responde con desdén minimizándolas, con lo cual tampoco se hace consciente de la magnitud de sus actos. No voy a detallar estas agresiones porque están bien explicadas en numerosos sites para quien de verdad tenga curiosidad. El problema de la mayoría de unionistas es que son monolingües, no les resulta fácil comprender la complejidad de lo que ellos llaman España, y suelen confundir su “amor a España”, que es innegable, con la comprensión de lo que España es; como si una cosa correlacionara con la otra.
Lo que por el lado catalán se percibe como agresión (por ej. la ley Wert, las balanzas fiscales, etc.), desde el lado unionista se percibe como la coerción necesaria para una unión superior beneficiosa para todos, catalanes incluidos. En jerga integral: el holón catalán queda trascendido e incluido en el holón superior español. Sin embargo, la Teoría Integral también habla de las patologías en los diferentes niveles de la Espiral. Y una de las patologías en el crecimiento se da cuando en lugar de incluir para trascender, se niega para trascender.
Un ejemplo que se suele poner en el holón individual, muy diferente de la política, es del “Complejo de Edipo” en el crecimiento psicológico según la teoría de Freud. Después de la fase anal, en que el cuerpo queda subsumido en lo emocional-sexual, con lo cual el niño controla sus esfínteres para complacer a los padres, en la siguiente fase lo emocional-sexual debe quedar subsumido bajo lo mental: el niño supera el Complejo de Edipo cuando renuncia a su madre como objeto libidinal y la reconoce como madre. Si esta integración y trascendencia del objeto libidinal falla, aparece la neurosis en el sentido freudiano clásico: el sujeto se ha quedado fijado o bien ha negado algun aspecto de lo emocional-sexual, no lo ha podido trascender y, al quedarse en el inconsciente (la sombra), actua desde ahí sin que el sujeto se de cuenta. Ésta és la patología que suelen abordar la mayoría de las psicoterapias, las psicoanalíticas y muchas otras: reintegrar en un self maduro los aspectos escindidos, disociados o negados de lo emocional-sexual. (la Teoría Integral reconoce patologías en cada nivel de desarrollo, solamente hemos tomado como ejemplo la de este nivel por ser muy popular).
Volviendo pues al desencuentro entre Catalunya y España, podemos decir que el holón catalán se siente negado. Si repasamos la blogosfera y los media podemos leer la “conversión” al soberanismo de muchos políticos, intelectuales y académicos –además de la gente de a pie, que lleva años de manifestaciones masivas- que hasta hace poco creían que era posible la convivencia y la integración de Catalunya dentro de España. Que el mainstream español no haya sabido comprender ni calibrar esta demanda catalana en mi opinión tiene que ver con la sombra de España que no le ha permitido percibir verdaderamente el fundamento sobre el que se edifica lo que ellos llaman “la nación española”. Por lo tanto, el proyecto soberanista de escisión ha puesto la directa y no será fácil detenerlo.

lunes, 18 de agosto de 2014

Unionismo naranja británico versus unionismo azul español

Un manifiesto de celebrities británicas en favor de mantener la unión con Escocia, Let’s stay together, parece que ha suscitado euforia entre la prensa unionista española. En este blog no nos interesa tanto analizar per se las posiciones ideológicas del soberanismo o del unionismo como aplicar el modelo integral para ver en qué altura de la Espiral se encuentran las diferentes manifestaciones de esas posiciones ideológicas
Desde el punto de vista Integral pues, encuentro una gran diferencia entre lo que expresa este unionismo británico y ciertas manifestaciones del unionismo español, por mucho que la conclusión de los británicos “lo que nos une es más grande que lo que nos separa” sea la misma que suscribirtía un unionista de cualquier parte. El otro día publiqué que el conocido manifiesto unionista “Libres e iguales” me parecía plenamente Azul/Ámbar, esto es, el nivel llamado mítico-pertenencia donde las certidumbres son sólidas y el Bien –lo nuestro- se diferencia tan claramente del Mal –los otros- que no caben componendas entre ambos, solamente el acatamiento al Bien oficial y el combate al Mal exterior.
A diferencia de ese unionismo español, el manifiesto británico mantiene un exquisito respeto a la decisión que tomen los escoceses, decisión expresada en una votación democrática. Esto se inscribe en la altura Naranja (liberal, racional) e incluso evolucionando a Verde (pluralista-sensible). En el nivel Naranja ya nos encontramos con el respeto a los derechos individuales (como decía Voltaire “destesto lo que Vd. dice pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo”) que históricamente nació en el sXVIII con la Ilustración y las revoluciones francesa y americana. Es el nivel que ha traído la revolución industrial, la era científica y la democracia. Desde el último tercio del sXX ha emergido el nivel Verde, que ha criticado al Naranja por la amenaza al medio ambiente y también por las insuficiencias de la ciencia positivista y de la democracia liberal para una auténtica emancipación humana.
El profesor Carles Boix, de Princeton, ha comparado en unos tweets la diferencia entre ambos manifiestos. Recojo estos tweets porque ilustran la diferencia entre la altura Azul/Ámbar y la Naranja de unos y otros

NARANJA: “Let’s stay together”
AZUL/ÁMBAR: “Libres e iguales”
Queremos haceros saber hasta que punto valoramos los lazos de ciudadanía con vosotros
El separatismo catalán quiere romper la coexistencia entre españoles y destruir su estátus de ciudadanos libres e iguales
El separatismo catalán está hermanado con el populismo anti-europeo y promueve la derrota de la democracia española
Queremos... expresar nuestra esperanza que votareis para renovar [nuestros vínculos de ciudadanía]
Rechazamos cualquier negociación que, con el pretexto de evitar el conflicto que plantea el secesionismo catalán, limite la soberanía del conjunto de los ciudadanos [prohibido votar el 9-N]
La decisión de si abandonais nuestro país compartido es, por supuesto, absolutamente vuestra
Reclamamos al Estado que aplique toda la ley y advierta con claridad de las consecuencias de violarla. Ningún infracción debe quedar impune y ninguna sentencia puede ser desacatada

Lo que caracteriza los niveles de la Espiral es que cuanto más arriba más inclusivo, y cuanto más abajo más estrecho. El interés de una política integral no está tanto en las posiciones ideológicas concretas (izquierda/derecha, soberanismo/unionismo...) sinó hasta que punto puede incluir y trascender otras visiones igualmente válidas pero más estrechas. Es por eso que, aunque ambos se llamen unionismo, ambos son fundamentalmente diferentes. Hay más afinidad entre un unionismo azul y un soberanismo azul (los dos se necesitan para proyectar en el otro su sombra) que entre un unionismo azul y otro naranja, como es el caso que ahora tratamos.

miércoles, 13 de agosto de 2014

La sombra del catalanismo. El victimismo


El concepto de sombra, una aportación de C. G. Jung, se refiere a las partes de uno mismo que no reconoce al haberse disociado de ellas, pero que sin embargo condicionan su obrar sin que el sujeto se dé cuenta. Aunque es un concepto psicoanalítico usado principalmente para personas, también se puede usar para los pueblos. Por ejemplo, para tratar explicar el terrible desastre de lo que acontece en Gaza se puede acudir a la sombra colectiva de Israel y el pueblo judío, eso es: el horror del Holocausto. Como dijo el intelectual palestino Edward Said, autor de “Orientalismo”, “Nosotros somos las víctimas de las víctimas”.Cuando esta sombra no se ha integrado en la personalidad se manifiesta patológicamente en forma de proyección, negación y otros mecanismos que distorsionan la percepción de la realidad.
Con respecto a la sombra colectiva de Catalunya, me resultó iluminador este artículo de Jordi Pruneda de 2011.Para resumir, según su diagnóstico, la sombra de los catalanes es la cobardía, el victimismo y el resentimiento. Hay buenas razones para pensar que no es un diagnóstico equivocado. No sé si habrá otro pueblo que, cuando su burguesías a partir del XIX empezaron a inventar sus mitos nacionales fundacionales, eligieran como fiesta nacional una derrota militar, el 11 de septiembre. Sin embargo, para explicar mejor esta sombra catalana hay un acontecimiento mucho más terrible que la Guerra de Sucesión –eso queda muy lejos- y las tres guerras civiles (carlistas) del S.XIX, me refiero a las tensiones sociales de la primera mitad del s XX y sobre todo la Guerra Civil de 1936-39. La victoria de los “nacionales” arrasó con cualquier vestigio de autogobierno catalán y su cultura. Cuando el régimen surgido de esa victoria estaba consolidado, encargaron a la Gestapo capturar al President de la Generalitat en el exilio –ya no le quedaba ningún poder- para llevarlo a Barcelona y fusilarlo. Baste este pequeño ejemplo como muestra del régimen de terror que se impuso durante lustros sobre los catalanes (aunque hubo una parte –la alta burguesía y los católicos que habían sufrido persecución- que agradecían a Franco que hubiera acabado con los rojos marxistas).
Esta sombra catalana –cobardía, victimismo, resentimiento- todavía está activa, no se ha sanado completamente. Sin pretender homologar experiencias dispares, recuerda un poco el victimismo del Estado de Israel: nunca se percibe a sí mismo como agresor. (La sombra del Holocausto está demasiado activa. Su percepción es que tienen que defenderse de unos bárbaros que los quieren echar al mar, los mismos bárbaros que mandaron a sus abuelos a la cámara de gas, los de los Pogromos y quizás hasta los de las matanzas medievales en las juderías). Los catalanes tampoco nos percibimos a nosotros mismos como victimistas, puesto que podemos ofrecer mil y una razones para demostrar que se nos trata mal. Lo peor de todo es que verdaderamente sí hay razones que muestran maltrato por parte del Estado en la cultura, la educación, la economía y más. Este maltrato real, sin embargo, no absuelve la actitud victimista que está activa en los catalanes como sombra. Cada vez que el Estado saca una ley restrictiva (por ejemplo, llamar LAPAO al catalán de Aragón, la ley Wert… con el unionismo del PP los ejemplos son incontables) se activa un terror guardado en la sombra inconsciente “¡Quieren acabar con nosotros!”. Algunos hasta ya vislumbran los tanques del general Yagüe entrando de nuevo por la Diagonal para ocupar Catalunya.
El victimismo tiene buena prensa en el nivel Verde, pluralista sensible. La reivindicación de las diferencias, propia de este vMeme, frente a la actitud más homogeneizadora del frío Naranja racional-tecnológico, y no digamos del Azul/Ámbar absolutista, propicia que este Verde, que ha reivindicado derechos para las minorías excluidas (por ejemplo: gays, mujeres, emigrantes...) se vista con el victimismo para así justificar derechos especiales sin deberes. Es la cultura del narcisismo y de la queja: “yo no soy responsable de mi sufrimiento, alguien –un malvado opresor- tiene que serlo”. Algo que sobre todo enerva al Azul/Ámbar, cuya estructura de conciencia se construye sobre los deberes individuales, no sobre los derechos.
Para que el victimismo pueda jugar su juego, la víctima necesita de un victimario: el “malo” que la perjudica. Desde el catalanismo, este papel siempre se le ha asignado a “Madrit”. Algunos autores ven el juego del victimismo como un triángulo en que además de la víctima y el agresor entra también el “rescatador”; no sé si este papel, desde el contencioso unidad/secesión, se reserva a la “comunidad internacional”, pero tengo mis dudas de que funcione. Desde la instauración de la democracia, el juego “victimismo catalanista / Madrit opresor malo” ha funcionado bastante bien, un juego de sombras proyectadas que pienso que merece un análisis más extenso que éste. Hasta ahora este juego ha estado al servicio de ambas partes. Desde el victimismo catalanista, que es de lo que ahora tratamos (ya intentaremos explorar más la sombra del unionismo español, una de cuyas aristas es un pasado criminal –fascista- que infatigablemente se ha tratado de velar), ha servido para estimular las características asociadas al mismo: resentimiento, cobardía, reactividad y sobre todo, la elusión de responsabilidades, puesto que la culpa está fuera. Estos días, con el “escándalo Pujol”, los medios nos han recordado aquella política caracterizada por el peix al cove.
Lo que me llama la atención del actual proceso soberanista es que parece que en gran medida ha abandonado el victimismo. Quizás sea por la ascensión de generaciones más jóvenes que ya han dejado atrás la sombra de la Guerra Civil y creen de verdad en los valores democráticos. Ya no hay tanta queja ni lamentos de incomprensión, se ha pasado de la reactividad a la proactividad con una propuesta constructiva –y también muy arriesgada: construir un Estado propio integrado en la UE. Como ya he dicho en mi tesis, un planteamiento Naranja (técnico-racional): “el Estado es ineficiente, vamos a hacer el nuestro que funcionará mejor”. Y lo que me resulta muy curioso es ver al unionismo tan descolocado ante esta propuesta. Veo como muchos medios todavía están anclados en aquel binomio “catalanes lloricas y pedigüeños / Firmeza del Estado para asegurar la igualdad [uniformidad]”, como si esto del soberanismo no fuera más que una versión actualizada del conocido “chantaje catalán”. En otras palabras, parece que tengan añoranza de los tiempos autonomistas de Pujol, al que entonces tanto criticaban, y todavía crean que sólo se está pidiendo un poco más de peixet. Aquel juego de la proyección mutua de sombras que alimentaba a ambos ha cambiado sus reglas, al menos en el sentido de que ya no es peixet lo que se pide. Lo que no ha cambiado tanto me temo que es la sombra, que todavía está muy activa, enraizada básicamente en el sufrimiento generado por la Guerra Civil

miércoles, 6 de agosto de 2014

Unionismo Azul/Ámbar. Manifiesto "Libres e iguales"

Este manifiesto unionista ya suscitó muchos comentarios en prensa, previsiblemente elogiosos o derogatorios según el medio y la firma del comentador. Desde el modelo integral me parece plenamente Azul/Ámbar (mítico-pertenencia) incluso con alguna derivación hacia rojo (dioses de poder). Lo propio de esta estructura de conciencia es que ha evolucionado a partir de las estructuras tribales egocéntricas (vMeme Rojo) en las que el poder se entendía como dominación y conquista. La consolidación del vMeme Azul/Ámbar significa que se pasa del egocentrismo al sociocentrismo. Aquí la vida tiene un sentido, una dirección, un objetivo y un orden impuesto por un Otro todopoderoso. Ese orden impone un código de conducta basado en principios absolutistas y rígidos acerca de “lo que está bien” y de “lo que está mal”. El acatamiento de ese código y de esas reglas se ve recompensado, mientras que su transgresión, por el contrario, tiene repercusiones muy graves y duraderas. Es el fundamento de las antiguas naciones. Jerarquías sociales rígidas y paternalistas que sólo autorizan una forma de pensamiento. Ley y orden, postponer en el tiempo la satisfacción del deseo, control de la impulsividad a través de la culpa, creencias literales y fundamentalistas que proporcionan certidumbre. A menudo asume un aspecto “religioso”, en el sentido “mítico-fundamentalista” del término, motivo por el cual Graves y Beck se refieren a él como nivel “santo/absolutista”, aunque también puede asumir el aspecto de un Orden o de una misión atea o secular, como el caso que ahora tratamos.
El punto de partida de este manifiesto es que hay un BIEN absolutamente incuestionable: la Unidad de España Tal Como Ahora Está. A este BIEN –la Nación Española Indisoluble- se le asocian biunívocamente todas las cualidades que en política son deseables: libertad, igualdad, derechos fundamentales, solidaridad, pluralismo, convivencia…
En consecuencia, cualquier cuestionamiento o alternativa a ese orden, a ese BIEN indiscutible, tiene que ser EL MAL sin paliativos: en este caso el “nacionalismo catalán”. De ahí que se le atribuya nada menos que: “romper la convivencia de los españoles…destruir su condición de ciudadanos… derechos míticos... egoísmo...”. El manifiesto incluso se adentra a desvelar otras características temibles que ni siquiera se habían explicitado en ningún programa soberanista: “Trata de establecer fronteras interiores … se hermana con el populismo antieuropeo…”
Ante semejante planteamiento, la conclusión no puede ser otra que reclamar “unidad de acción frente al secesionismo” y recordar que “ninguna infracción debe quedar impune”. Desde la estructura de conciencia Azul/Ámbar (mítico pertenencia) con la herejía no se negocia, se la aniquila. El MAL está fuera, y cuanto más malo sea lo de fuera, menos necesitaré mirar mis propios aspectos problemáticos
Como ya planteé en mi tesis, y se recoge en el texto de Ken Wilber de arriba a la izquierda, la conciencia Azul/Ámbarno ve” las estructuras que tiene encima de si (Naranja, Verde, Amarillo/Esmeralda…) y tiende a reinterpretarlas como una regresión, en este caso roja de nivel tribal. De ahí las acusaciones de derechos míticos, egoismo, fronteras
Otra característica de la estructura Azul/Ámbar es que, con su rígida división entre el Bien y el Mal, activa mecanismos como la proyección: el mal sólo puede estar fuera, no dentro de mí. Por tanto al Enemigo también le atribuyo todo lo “malo” que no quiero ver en mi. A esto se le llama proyección de la sombra. Aquí se puede leer un recomendable texto, escrito desde la estructura Verde, por tanto con mucha ironia, tan propia de la postmodernidad, en el que recoge como un espejo las proyecciones de este manifiesto unionista y se las devuelve desde la perspectiva soberanista.
Un último apunte. De los firmantes del texto, al que más conozco –y admiro- es a Félix de Azúa. No he leído a nadie como él hablar mejor de estética y de su argumentación del “acabamiento del arte”; con la brillantez de su escritura he aprendido muchísimo de historia y de lo que ahora está aconteciendo con la postmodernidad en las artes. Desde esa posición postmoderna también lo considero un artista del sarcasmo en sus artículos. Parece, sin embargo, que su privilegiada comprensión Verde de la postmodernidad, y su arte para el distanciamiento sarcástico, sólo se extiende a ciertos ámbitos, no para  La-Intocable-Unidad-De-España. Como subrayan los autores del Modelo Integral, no hay que ver los estadios como peldaños de una escalera, sino que es una dinámica espiralada con avances, retrocesos, y con diferentes líneas situadas en diferentes alturas de la evolución. La líniea política, en lo referente a España, en los autores de este manifiesto está anclada en Azul/Ámbar.

martes, 29 de julio de 2014

Soberanismo verde: Ada Colau

Cuando empecé a leer esta entrevista con la conocida líder de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), que ahora está promocionando una candidatura de izquierdas para Barcelona, y me encontré con este pasaje
Jo no he estat mai independentista ni nacionalista. Perquè en aquest món global en què vivim les fronteres no tenen sentit. Sento molt rebuig per la confrontació dels pobles (...) ara mateix votar sí-sí és una oportunitat per a provocar un procés democratitzador. Un procés que es pot dur a terme tant a Catalunya com a Espanya (...)El problema no és tan sols Espanya; és també un problema de les institucions catalanes. Per mi, el fet més interessant del procés sobiranista i de votar sí-sí és que es produeixi un debat sobre quina democràcia volem i quina Catalunya volem. Amb proclamacions d'independència i canvis administratius no es transforma la democràcia. Aconseguirem la democràcia si la ciutadania pren la paraula. 
Me dije “esta posición soberanista me suena a un nivel de segundo grado –esmeralda”. Plantearse la consulta como algo ajeno a la cuestión identitaria, solamente como una profundización democrática. Sin embargo, a medida que iba avanzando en la entrevista vi que, en mi opinión, está totalmente anclada en el nivel verde pluralista- sensible de primer grado. Quizás sea por la estrategia electoral en la que se va a implicar si se presenta a las municipales de Barcelona, es decir que, como la “competencia” para obtener votos será la de PSC, CiU y PP, necesita subrayar enfáticamente la diferencia que mantiene con los valores que defienden estos partidos. De todas maneras, más allá de esas cuestiones electoralistas, sus declaraciones manifiestan un abierto rechazo a los valores Naranja y Azul/ámbar que estas formaciones representan.
El modelo integral pretende valorar y recoger las aportaciones positivas de cada nivel de conciencia: “trascender e incluir”, cada vez más amplio. Lo que éste modelo plantea (véase el texto de Ken Wilber arriba a la izquierda del blog) és que, en el “primer grado” –Verde, Naranja, Azul/Ámbar y más atrás…- cada nivel sólo ve sus propios valores y rechaza totalmente los valores de los otros. Sólo cuando se llega al “segundo grado”, integral, a partir de Amarillo/Esmeralda, se produce esa integración que trasciende e incluye los niveles anteriores
Según mi interpretación modelo integral[1], concluyo que a pesar de adherirse al soberanismo desde esa posición tan post-moderna que rechaza la identidades nacionales, se trata claramente de un nivel de primer grado, y su total identificación con el nivel verde la lleva a rechazar in toto los valores azules y ámbar que también están presentes en la actual controversia política. Es decir, que todavía estamos en la “guerra de niveles” tan propia del primer grado de la Espiral, aunque muestre esta posición evolutiva más avanzada que la lleva a trascender las identidades nacionales.




[1] Como he insistido en otros posts, esta aplicación del modelo Integral es de mi propia cosecha. El modelo integral no dice nada de los eventos de actualidad, ni de soberanismo ni de unionismo

miércoles, 23 de julio de 2014

¿Qué es lo que se rompe si "se rompe España"?

En un post anterior comenté como las elites extractivas  españolas  –y catalanas, que en eso no están al margen-, muy instaladas en el vMeme Azul/Ámbar (mítico-pertenencia, identitario) y con una grave carencia del elemento Naranja (técnico-racional, logro), han usado la estrategia del nacionalismo para diluir lo que antes el marxismo denominaba “antagonismo de clase”. Esta estrategia consistía en hacer creer que burgueses y proletarios compartían un interés común: defender su nación contra los enemigos.
Con esta simplificación bastante burda no quisiera dar la impresión de que considero a “España” meramente un truco urdido por la pérfida casta extractiva para atontar al pueblo que está explotando. Nunca me han interesado los catecismos marxistas (el filósofo Marx es otra cosa).
De todas maneras, si el proceso soberanista sale bien, es decir, que por el otro lado se interpreta que “España se ha roto”, creo que en ese lado producirá un shock (en otro post lo comparé al del 1898) y un sentimiento de pérdida tremendo. Estos sentimientos dolorosos no sólo sería cosa de esas supuestas castas extractivas sino que afectaría a amplísimas capas de la población española
Desde el lado soberanista se insiste en algo muy del vMeme Verde (sensible-pluralista): todos podemos salir ganando, la estrategia Win-Win: yo gano, tú también ganas. Aquí hay un ejemplo de este soberanismo verde

Sin embargo, desde Azul/Ámbar (y muchas veces desde Naranja) no se ve así: el juego es de suma cero, para que uno gane el otro tiene que perder. La historia de España del s XIX y XX está llena de ejemplos "con los enemigos del Bien no se puede negociar, hay que derrotarlos. Hasta la Victoria".
¿Qué es lo que perdería España, si triunfa el soberanismo? Desde el soberanismo Azul/Ámbar la respuesta muy se tiene muy clara: “España nos roba. Ahora, sin nosotros, que se hunda”. Sin embargo no creo que la fuente principal del conflicto sea algo económico, en contra de lo que suelen repetir lo medios de comunicación. Las pérdidas económicas en ambos lados se pueden cuantificar, negociar y hasta compensar; es algo así como los divorcios conflictivos, aunque la rabia parezca que surja por el reparto de los bienes, la verdadera fuente del dolor está en algo más profundo que el dinero. Pienso que desde el unionismo Azul/Ámbar, mayoritario en la población española, la principal pérdida o rotura tiene que ver con la imagen de España que ese unionismo Azul/Ámbar ha construido. Romper la imagen, en los niveles inferiores de la espiral, se interpreta como romper el Ser. El proceso de desidentificación con el nivel en el que uno se encuentra –el proceso de crecimiento- es algo doloroso.
La Teoría Integral no habla de soberanismos ni unionismos (esto es de mi cosecha, este intento de aplicarla –espero que con más acierto que yerro- al proceso político del soberanismo) pero explica muy bien cómo en cada paso de la evolución hay una desidentificación –objetivación- con el nivel en el que uno subjetivamente se había identificado para incluirlo y trascenderlo en un nivel superior.
Este proceso se ve muy claro en psicoterapia, y también en la meditación. En ambos casos la Teoría Integral da buena cuenta de ello. En el proceso de desidentificación, trascendencia e inclusión en un nivel superior también juegan los elementos inconscientes (están ahí pero no se ven) o de sombra. Precisamente esos elementos no tenidos en cuenta son los que causan más sufrimiento.

Volviendo al tema soberanista, es comprensible la feroz resistencia –sobre todo del unionismo azul- a cualquier cambio o modificación de lo que considera que ha sido España, esa imagen que ha construido y que duele revisarla. Hay una sombra en el unionismo que todavía no ha podido emerger e integrarse. Que España se mire a si misma tal como sea y no tal como la construyen  sus elites Azul/Ámbar es demasiado para muchas personas, sobre todo para las que se pasan el día proclamando su inquebrantable amor a la patria (y proyectando en los enemigos egoistas que la pretenden romper todo tipo de agresividad y de sombra)

martes, 22 de julio de 2014

La sombra del unionismo: la decisiva contribución del PP al auge del soberanismo

Hay un elemento verdaderamente paradójico en el unionismo que, desde el “otro lado” –el soberanismo-, se ve muy claro. Sin embargo el unionismo parece incapaz de percatarse de ello, por eso lo llamo un elemento de sombra. La paradoja consiste en que los que más proclaman su amor a España y su eterna unidad (y de paso también proclaman su amor a Catalunya –el amor a los catalanes y a su libertad es otra cuestión...), los que más ponen en el centro de su política la “defensa de la unidad de España” han contribuido como nadie al auge del soberanismo. Estos años que llevamos de gobierno del PP han sido decisivos para llegar a donde estamos.
Aquello que más temen y de lo que más huyen, finalmente es lo que encuentran” creo recordar que dijo Epicuro. En el caso de este filósofo griego, que el mismo miedo a la muerte es lo que lleva a la gente a ir con entusiasmo a la guerra. La sombra trata de esto: Lo que más temes y lo que más combates vuelve a resurgir una y otra vez. El psicoanálisis o la terapia individual precisamente consiste en que una persona neutral te ayude a poner luz en tus aspectos disociados,eso que llevas contigo sin reconocerlo (a menudo proyectándolo fuera de ti) y que condiciona tu obrar.

Cuando el PP recogía firmas contra l’Estatut y pagaba cuñas de radio alarmantes debía tener un elemento tacticista de oposición al gobierno de turno (“Zapatero es tibio ante los que quieren romper España”) pero seguro que también estaba expresando una sincera preocupación por la unidad de España. Es este último aspecto el que me llama la atención. Puesto que aquello que más pretendían evitar ahora lo tienen a la vuelta de la esquina