miércoles, 27 de agosto de 2014

Trascender e incluir. Razones para el desencuentro entre Catalunya y España (entre soberanismo y unionismo)

En mi tesis he defendido que el conflicto entre el soberanismo catalán y el unionismo español se explica porque ambos se encuentran en altitudes diferentes. El centro de gravedad del unionismo español es Azul/Ámbar, y éxito actual del soberanismo catalán se basa en que ha desplazado su centro de gravedad desde Verde (ahí todavía se encuentra mucha de su munición intelectual) hasta Naranja, con su propuesta de un Estado más eficiente y más justo. Desde estas diferentes alturas –como explica la Teoría Integral para los niveles de primer grado- ninguna puede reconocer a la otra, se rechazan entre sí y el conflicto se muestra irreconciliable.
Cuando lancé este blog, en los grupos de Facebook dedicados a la Teoría Integral, desde posiciones unionistas se criticaba el soberanismo como algo “etnocéntrico”. Para mi esto confirmaba mi tesis que, desde el nivel Azul/Ámbar mítico-pertenencia, cualquier cuestionamiento de su visión (en este caso, unionista) se reinterpretaba como una regresión etnocéntrica casi de nivel Rojo, puesto que desde Azul no se puede ver los niveles Naranja (tecnico-racional), Verde (sensible-pluralista) y los demás que tiene por encima. Con lo cual yo acusaba a los unionistas de etnocentrismo Azul, y ellos me devolvían exactamente la misma acusación de etnocentrismo.
En esta interesante discusión se planteó que el holón España trasciende e incluye el holón catalán. Es decir, la secuencia cada vez más abarcadora sería Catalunya-España-Europa-Mundo. Joan Umbert Font, desde una posición soberanista replicó que la propuesta soberanista és Catalunya-Europa-Mundo.
La Teoria Integral define un holón como un todo que forma parte de otro todo mayor. Ken Wilber tomó este concepto de Arthur Koelster. El ejemplo que suele poner es que un átomo es un todo en si mismo, pero queda trascendido e incluido en una molécula, que és otro holón que queda trascendido e incluido en una célula, y así... La Teoría Integral también habla de holones individuales y holones sociales, que son los que aquí tratamos; éstos cuentan con una conciencia intersubjetiva y un modo de discurso dominante en el “nosotros”.
Para los unionistas –sin tener en cuenta ahora a qué altura de la espiral se encuentren, Azul, Naranja, Verde, o más…- lo natural es que el holón Catalunya quede incluído y trascendido en el holón superior de España, y ésta queda trascendida e incluída en el holón superior de Europa, y así hasta llegar a una inclusión mundicéntrica o, como propugna la Teoría Integral, hasta kosmocéntrica. La réplica soberanista a este planteamiento es que el holón España no ha sabido/podido trascender e incluir el holón Catalunya. En lugar de incluirlo, lo niega. Por eso ahora se plantea la secesión
Esta afirmación de que el holón España no incluye el holón Catalunya sorprende a los unionistas de buena fe ¿no somos todos iguales en España? ¿No cabemos todos juntos? ¿No podemos convivir unidos?
La Teoría Integral sostiene que en el proceso de trascendencia e inclusión en un todo mayor hay una renuncia, una muerte, a la identificación con el estadio previo. Este estadio previo queda incluido dentro de un todo mayor. Cada vez que emerge un nuevo holón, se renuncia a algo del estadio previo porque se gana una amplitud mayor. En lo que la Teoría Integral denomina el cuadrante inferior derecho –la sociedad- se evoluciona de la tribu, nivel Magenta/Púrpura, al imperio feudal, nivel Rojo, a las naciones antiguas, de nivel Azul/Ámbar, a los Estados corporativos (democracia capitalista), de nivel Naranja, a las comunidades de valor o el Estado social, de nivel Verde, y de ahí, ya en el segundo grado de la Espiral, a las comunas integrales y los meshworks holísticos. Sin tanta complejidad, es fácil de entender que, por ejemplo, pertenecer a un holón superior como la Unión Europea comporta una renuncia a ciertas prerogativas del Estado-Nación como la de emitir moneda nacional. Esta negación, esta renuncia es el paso necesario para acceder a un nivel superior de más complejidad y más fortaleza.
Desde el soberanismo se percibe que el holón España exige una renuncia demasiado grande al holón Catalunya para que éste quede integrado: “no se nos deja ser lo que somos”. En otros tiempos, cuando “La gran transformación” de la que habla Karl Polanyi comportó la anulación de las diversas formas de cultura popular en aras un mercado nacional dirigido por el Estado-nación, este contaba con potentes instrumentos coercitivos para llevar a cabo su misión. En la Europa del sXXI algunos de estos métodos de coerción, la violencia del Estado para un bien superior, ya no sirven, aunque todavía se invoquen desde ciertos medios unionistas.
En artículos previos hemos tratado de explorar la sombra colectiva de España y Catalunya, y como ambos se han necesitado para proyectarla sobre el otro. En concreto hablé de la sombra de los más fervientes unionistas, que cuanto más han luchado por mantener lo que llaman “la unidad de España”, más reforzado ha salido el soberanismo. En otro artículo hablamos de la sombra victimista del catalanismo, que hace que las agresiones a Catalunya (en mi opinión las hay –aunque la tensión sea algo consustancial a cualquier relación humana) queden investidas con una patina de resentimiento más cobardía que anula su solución constructiva. El agresor, ante la actitud victimista, responde con desdén minimizándolas, con lo cual tampoco se hace consciente de la magnitud de sus actos. No voy a detallar estas agresiones porque están bien explicadas en numerosos sites para quien de verdad tenga curiosidad. El problema de la mayoría de unionistas es que son monolingües, no les resulta fácil comprender la complejidad de lo que ellos llaman España, y suelen confundir su “amor a España”, que es innegable, con la comprensión de lo que España es; como si una cosa correlacionara con la otra.
Lo que por el lado catalán se percibe como agresión (por ej. la ley Wert, las balanzas fiscales, etc.), desde el lado unionista se percibe como la coerción necesaria para una unión superior beneficiosa para todos, catalanes incluidos. En jerga integral: el holón catalán queda trascendido e incluido en el holón superior español. Sin embargo, la Teoría Integral también habla de las patologías en los diferentes niveles de la Espiral. Y una de las patologías en el crecimiento se da cuando en lugar de incluir para trascender, se niega para trascender.
Un ejemplo que se suele poner en el holón individual, muy diferente de la política, es del “Complejo de Edipo” en el crecimiento psicológico según la teoría de Freud. Después de la fase anal, en que el cuerpo queda subsumido en lo emocional-sexual, con lo cual el niño controla sus esfínteres para complacer a los padres, en la siguiente fase lo emocional-sexual debe quedar subsumido bajo lo mental: el niño supera el Complejo de Edipo cuando renuncia a su madre como objeto libidinal y la reconoce como madre. Si esta integración y trascendencia del objeto libidinal falla, aparece la neurosis en el sentido freudiano clásico: el sujeto se ha quedado fijado o bien ha negado algun aspecto de lo emocional-sexual, no lo ha podido trascender y, al quedarse en el inconsciente (la sombra), actua desde ahí sin que el sujeto se de cuenta. Ésta és la patología que suelen abordar la mayoría de las psicoterapias, las psicoanalíticas y muchas otras: reintegrar en un self maduro los aspectos escindidos, disociados o negados de lo emocional-sexual. (la Teoría Integral reconoce patologías en cada nivel de desarrollo, solamente hemos tomado como ejemplo la de este nivel por ser muy popular).
Volviendo pues al desencuentro entre Catalunya y España, podemos decir que el holón catalán se siente negado. Si repasamos la blogosfera y los media podemos leer la “conversión” al soberanismo de muchos políticos, intelectuales y académicos –además de la gente de a pie, que lleva años de manifestaciones masivas- que hasta hace poco creían que era posible la convivencia y la integración de Catalunya dentro de España. Que el mainstream español no haya sabido comprender ni calibrar esta demanda catalana en mi opinión tiene que ver con la sombra de España que no le ha permitido percibir verdaderamente el fundamento sobre el que se edifica lo que ellos llaman “la nación española”. Por lo tanto, el proyecto soberanista de escisión ha puesto la directa y no será fácil detenerlo.

lunes, 18 de agosto de 2014

Unionismo naranja británico versus unionismo azul español

Un manifiesto de celebrities británicas en favor de mantener la unión con Escocia, Let’s stay together, parece que ha suscitado euforia entre la prensa unionista española. En este blog no nos interesa tanto analizar per se las posiciones ideológicas del soberanismo o del unionismo como aplicar el modelo integral para ver en qué altura de la Espiral se encuentran las diferentes manifestaciones de esas posiciones ideológicas
Desde el punto de vista Integral pues, encuentro una gran diferencia entre lo que expresa este unionismo británico y ciertas manifestaciones del unionismo español, por mucho que la conclusión de los británicos “lo que nos une es más grande que lo que nos separa” sea la misma que suscribirtía un unionista de cualquier parte. El otro día publiqué que el conocido manifiesto unionista “Libres e iguales” me parecía plenamente Azul/Ámbar, esto es, el nivel llamado mítico-pertenencia donde las certidumbres son sólidas y el Bien –lo nuestro- se diferencia tan claramente del Mal –los otros- que no caben componendas entre ambos, solamente el acatamiento al Bien oficial y el combate al Mal exterior.
A diferencia de ese unionismo español, el manifiesto británico mantiene un exquisito respeto a la decisión que tomen los escoceses, decisión expresada en una votación democrática. Esto se inscribe en la altura Naranja (liberal, racional) e incluso evolucionando a Verde (pluralista-sensible). En el nivel Naranja ya nos encontramos con el respeto a los derechos individuales (como decía Voltaire “destesto lo que Vd. dice pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo”) que históricamente nació en el sXVIII con la Ilustración y las revoluciones francesa y americana. Es el nivel que ha traído la revolución industrial, la era científica y la democracia. Desde el último tercio del sXX ha emergido el nivel Verde, que ha criticado al Naranja por la amenaza al medio ambiente y también por las insuficiencias de la ciencia positivista y de la democracia liberal para una auténtica emancipación humana.
El profesor Carles Boix, de Princeton, ha comparado en unos tweets la diferencia entre ambos manifiestos. Recojo estos tweets porque ilustran la diferencia entre la altura Azul/Ámbar y la Naranja de unos y otros

NARANJA: “Let’s stay together”
AZUL/ÁMBAR: “Libres e iguales”
Queremos haceros saber hasta que punto valoramos los lazos de ciudadanía con vosotros
El separatismo catalán quiere romper la coexistencia entre españoles y destruir su estátus de ciudadanos libres e iguales
El separatismo catalán está hermanado con el populismo anti-europeo y promueve la derrota de la democracia española
Queremos... expresar nuestra esperanza que votareis para renovar [nuestros vínculos de ciudadanía]
Rechazamos cualquier negociación que, con el pretexto de evitar el conflicto que plantea el secesionismo catalán, limite la soberanía del conjunto de los ciudadanos [prohibido votar el 9-N]
La decisión de si abandonais nuestro país compartido es, por supuesto, absolutamente vuestra
Reclamamos al Estado que aplique toda la ley y advierta con claridad de las consecuencias de violarla. Ningún infracción debe quedar impune y ninguna sentencia puede ser desacatada

Lo que caracteriza los niveles de la Espiral es que cuanto más arriba más inclusivo, y cuanto más abajo más estrecho. El interés de una política integral no está tanto en las posiciones ideológicas concretas (izquierda/derecha, soberanismo/unionismo...) sinó hasta que punto puede incluir y trascender otras visiones igualmente válidas pero más estrechas. Es por eso que, aunque ambos se llamen unionismo, ambos son fundamentalmente diferentes. Hay más afinidad entre un unionismo azul y un soberanismo azul (los dos se necesitan para proyectar en el otro su sombra) que entre un unionismo azul y otro naranja, como es el caso que ahora tratamos.

miércoles, 13 de agosto de 2014

La sombra del catalanismo. El victimismo


El concepto de sombra, una aportación de C. G. Jung, se refiere a las partes de uno mismo que no reconoce al haberse disociado de ellas, pero que sin embargo condicionan su obrar sin que el sujeto se dé cuenta. Aunque es un concepto psicoanalítico usado principalmente para personas, también se puede usar para los pueblos. Por ejemplo, para tratar explicar el terrible desastre de lo que acontece en Gaza se puede acudir a la sombra colectiva de Israel y el pueblo judío, eso es: el horror del Holocausto. Como dijo el intelectual palestino Edward Said, autor de “Orientalismo”, “Nosotros somos las víctimas de las víctimas”.Cuando esta sombra no se ha integrado en la personalidad se manifiesta patológicamente en forma de proyección, negación y otros mecanismos que distorsionan la percepción de la realidad.
Con respecto a la sombra colectiva de Catalunya, me resultó iluminador este artículo de Jordi Pruneda de 2011.Para resumir, según su diagnóstico, la sombra de los catalanes es la cobardía, el victimismo y el resentimiento. Hay buenas razones para pensar que no es un diagnóstico equivocado. No sé si habrá otro pueblo que, cuando su burguesías a partir del XIX empezaron a inventar sus mitos nacionales fundacionales, eligieran como fiesta nacional una derrota militar, el 11 de septiembre. Sin embargo, para explicar mejor esta sombra catalana hay un acontecimiento mucho más terrible que la Guerra de Sucesión –eso queda muy lejos- y las tres guerras civiles (carlistas) del S.XIX, me refiero a las tensiones sociales de la primera mitad del s XX y sobre todo la Guerra Civil de 1936-39. La victoria de los “nacionales” arrasó con cualquier vestigio de autogobierno catalán y su cultura. Cuando el régimen surgido de esa victoria estaba consolidado, encargaron a la Gestapo capturar al President de la Generalitat en el exilio –ya no le quedaba ningún poder- para llevarlo a Barcelona y fusilarlo. Baste este pequeño ejemplo como muestra del régimen de terror que se impuso durante lustros sobre los catalanes (aunque hubo una parte –la alta burguesía y los católicos que habían sufrido persecución- que agradecían a Franco que hubiera acabado con los rojos marxistas).
Esta sombra catalana –cobardía, victimismo, resentimiento- todavía está activa, no se ha sanado completamente. Sin pretender homologar experiencias dispares, recuerda un poco el victimismo del Estado de Israel: nunca se percibe a sí mismo como agresor. (La sombra del Holocausto está demasiado activa. Su percepción es que tienen que defenderse de unos bárbaros que los quieren echar al mar, los mismos bárbaros que mandaron a sus abuelos a la cámara de gas, los de los Pogromos y quizás hasta los de las matanzas medievales en las juderías). Los catalanes tampoco nos percibimos a nosotros mismos como victimistas, puesto que podemos ofrecer mil y una razones para demostrar que se nos trata mal. Lo peor de todo es que verdaderamente sí hay razones que muestran maltrato por parte del Estado en la cultura, la educación, la economía y más. Este maltrato real, sin embargo, no absuelve la actitud victimista que está activa en los catalanes como sombra. Cada vez que el Estado saca una ley restrictiva (por ejemplo, llamar LAPAO al catalán de Aragón, la ley Wert… con el unionismo del PP los ejemplos son incontables) se activa un terror guardado en la sombra inconsciente “¡Quieren acabar con nosotros!”. Algunos hasta ya vislumbran los tanques del general Yagüe entrando de nuevo por la Diagonal para ocupar Catalunya.
El victimismo tiene buena prensa en el nivel Verde, pluralista sensible. La reivindicación de las diferencias, propia de este vMeme, frente a la actitud más homogeneizadora del frío Naranja racional-tecnológico, y no digamos del Azul/Ámbar absolutista, propicia que este Verde, que ha reivindicado derechos para las minorías excluidas (por ejemplo: gays, mujeres, emigrantes...) se vista con el victimismo para así justificar derechos especiales sin deberes. Es la cultura del narcisismo y de la queja: “yo no soy responsable de mi sufrimiento, alguien –un malvado opresor- tiene que serlo”. Algo que sobre todo enerva al Azul/Ámbar, cuya estructura de conciencia se construye sobre los deberes individuales, no sobre los derechos.
Para que el victimismo pueda jugar su juego, la víctima necesita de un victimario: el “malo” que la perjudica. Desde el catalanismo, este papel siempre se le ha asignado a “Madrit”. Algunos autores ven el juego del victimismo como un triángulo en que además de la víctima y el agresor entra también el “rescatador”; no sé si este papel, desde el contencioso unidad/secesión, se reserva a la “comunidad internacional”, pero tengo mis dudas de que funcione. Desde la instauración de la democracia, el juego “victimismo catalanista / Madrit opresor malo” ha funcionado bastante bien, un juego de sombras proyectadas que pienso que merece un análisis más extenso que éste. Hasta ahora este juego ha estado al servicio de ambas partes. Desde el victimismo catalanista, que es de lo que ahora tratamos (ya intentaremos explorar más la sombra del unionismo español, una de cuyas aristas es un pasado criminal –fascista- que infatigablemente se ha tratado de velar), ha servido para estimular las características asociadas al mismo: resentimiento, cobardía, reactividad y sobre todo, la elusión de responsabilidades, puesto que la culpa está fuera. Estos días, con el “escándalo Pujol”, los medios nos han recordado aquella política caracterizada por el peix al cove.
Lo que me llama la atención del actual proceso soberanista es que parece que en gran medida ha abandonado el victimismo. Quizás sea por la ascensión de generaciones más jóvenes que ya han dejado atrás la sombra de la Guerra Civil y creen de verdad en los valores democráticos. Ya no hay tanta queja ni lamentos de incomprensión, se ha pasado de la reactividad a la proactividad con una propuesta constructiva –y también muy arriesgada: construir un Estado propio integrado en la UE. Como ya he dicho en mi tesis, un planteamiento Naranja (técnico-racional): “el Estado es ineficiente, vamos a hacer el nuestro que funcionará mejor”. Y lo que me resulta muy curioso es ver al unionismo tan descolocado ante esta propuesta. Veo como muchos medios todavía están anclados en aquel binomio “catalanes lloricas y pedigüeños / Firmeza del Estado para asegurar la igualdad [uniformidad]”, como si esto del soberanismo no fuera más que una versión actualizada del conocido “chantaje catalán”. En otras palabras, parece que tengan añoranza de los tiempos autonomistas de Pujol, al que entonces tanto criticaban, y todavía crean que sólo se está pidiendo un poco más de peixet. Aquel juego de la proyección mutua de sombras que alimentaba a ambos ha cambiado sus reglas, al menos en el sentido de que ya no es peixet lo que se pide. Lo que no ha cambiado tanto me temo que es la sombra, que todavía está muy activa, enraizada básicamente en el sufrimiento generado por la Guerra Civil

miércoles, 6 de agosto de 2014

Unionismo Azul/Ámbar. Manifiesto "Libres e iguales"

Este manifiesto unionista ya suscitó muchos comentarios en prensa, previsiblemente elogiosos o derogatorios según el medio y la firma del comentador. Desde el modelo integral me parece plenamente Azul/Ámbar (mítico-pertenencia) incluso con alguna derivación hacia rojo (dioses de poder). Lo propio de esta estructura de conciencia es que ha evolucionado a partir de las estructuras tribales egocéntricas (vMeme Rojo) en las que el poder se entendía como dominación y conquista. La consolidación del vMeme Azul/Ámbar significa que se pasa del egocentrismo al sociocentrismo. Aquí la vida tiene un sentido, una dirección, un objetivo y un orden impuesto por un Otro todopoderoso. Ese orden impone un código de conducta basado en principios absolutistas y rígidos acerca de “lo que está bien” y de “lo que está mal”. El acatamiento de ese código y de esas reglas se ve recompensado, mientras que su transgresión, por el contrario, tiene repercusiones muy graves y duraderas. Es el fundamento de las antiguas naciones. Jerarquías sociales rígidas y paternalistas que sólo autorizan una forma de pensamiento. Ley y orden, postponer en el tiempo la satisfacción del deseo, control de la impulsividad a través de la culpa, creencias literales y fundamentalistas que proporcionan certidumbre. A menudo asume un aspecto “religioso”, en el sentido “mítico-fundamentalista” del término, motivo por el cual Graves y Beck se refieren a él como nivel “santo/absolutista”, aunque también puede asumir el aspecto de un Orden o de una misión atea o secular, como el caso que ahora tratamos.
El punto de partida de este manifiesto es que hay un BIEN absolutamente incuestionable: la Unidad de España Tal Como Ahora Está. A este BIEN –la Nación Española Indisoluble- se le asocian biunívocamente todas las cualidades que en política son deseables: libertad, igualdad, derechos fundamentales, solidaridad, pluralismo, convivencia…
En consecuencia, cualquier cuestionamiento o alternativa a ese orden, a ese BIEN indiscutible, tiene que ser EL MAL sin paliativos: en este caso el “nacionalismo catalán”. De ahí que se le atribuya nada menos que: “romper la convivencia de los españoles…destruir su condición de ciudadanos… derechos míticos... egoísmo...”. El manifiesto incluso se adentra a desvelar otras características temibles que ni siquiera se habían explicitado en ningún programa soberanista: “Trata de establecer fronteras interiores … se hermana con el populismo antieuropeo…”
Ante semejante planteamiento, la conclusión no puede ser otra que reclamar “unidad de acción frente al secesionismo” y recordar que “ninguna infracción debe quedar impune”. Desde la estructura de conciencia Azul/Ámbar (mítico pertenencia) con la herejía no se negocia, se la aniquila. El MAL está fuera, y cuanto más malo sea lo de fuera, menos necesitaré mirar mis propios aspectos problemáticos
Como ya planteé en mi tesis, y se recoge en el texto de Ken Wilber de arriba a la izquierda, la conciencia Azul/Ámbarno ve” las estructuras que tiene encima de si (Naranja, Verde, Amarillo/Esmeralda…) y tiende a reinterpretarlas como una regresión, en este caso roja de nivel tribal. De ahí las acusaciones de derechos míticos, egoismo, fronteras
Otra característica de la estructura Azul/Ámbar es que, con su rígida división entre el Bien y el Mal, activa mecanismos como la proyección: el mal sólo puede estar fuera, no dentro de mí. Por tanto al Enemigo también le atribuyo todo lo “malo” que no quiero ver en mi. A esto se le llama proyección de la sombra. Aquí se puede leer un recomendable texto, escrito desde la estructura Verde, por tanto con mucha ironia, tan propia de la postmodernidad, en el que recoge como un espejo las proyecciones de este manifiesto unionista y se las devuelve desde la perspectiva soberanista.
Un último apunte. De los firmantes del texto, al que más conozco –y admiro- es a Félix de Azúa. No he leído a nadie como él hablar mejor de estética y de su argumentación del “acabamiento del arte”; con la brillantez de su escritura he aprendido muchísimo de historia y de lo que ahora está aconteciendo con la postmodernidad en las artes. Desde esa posición postmoderna también lo considero un artista del sarcasmo en sus artículos. Parece, sin embargo, que su privilegiada comprensión Verde de la postmodernidad, y su arte para el distanciamiento sarcástico, sólo se extiende a ciertos ámbitos, no para  La-Intocable-Unidad-De-España. Como subrayan los autores del Modelo Integral, no hay que ver los estadios como peldaños de una escalera, sino que es una dinámica espiralada con avances, retrocesos, y con diferentes líneas situadas en diferentes alturas de la evolución. La líniea política, en lo referente a España, en los autores de este manifiesto está anclada en Azul/Ámbar.