viernes, 23 de junio de 2017

La incapacidad del unionismo Ámbar para manejar la complejidad actual

En el último post argumentaba que “Esos salvadores y sus herederos se sienten orgullosos de que, la España que construyeron a partir de esa negación y exclusión de la “anti-España”, haya llegado a ser medianamente próspera, y a eso se aferraban (“España va bien”…) hasta que se ha manifestado su incapacidad para gestionar la vigente crisis”. Voy a tratar de explicar el fundamento esta incapacidad, que en mi opinión tiene que ver con el peso dominante de la visión del mundo Ámbar mítico-pertenencia.
Uno de los principales problemas para abordar la vigente crisis ha sido la baja calidad de nuestro Estado democrático. La democracia es un logro propio del estadio que sigue al Ámbar: el Naranja logro-racional. En este estadio Naranja ya están consolidados dos principios fundamentales de una democracia auténtica como son la rendición de cuentas y la separación de poderes. En el estadio Ámbar el fundamento del poder no está en el contractualismo social, como así se manifiesta en la clase dirigente española. Ante los escándalos continuos de corrupción en el núcleo mismo de los centros de poder -a un nivel inaudito en toda la Unión Europea- la respuesta ha sido no darse por aludido, la proyección infantil del “¡y tu más!” para no asumir responsabilidad y la ausencia de rendición cuentas. Todo esto favorecido por la colusión del poder económico, mediático, político y judicial (lo que periodísticamente denominan “el palco del Bernabeu”, por ejemplo).
Gran parte de la sociedad española no ha exigido a sus dirigentes rendir cuentas ni tampoco una efectiva división de poderes porque en el estadio Ámbar no se considera necesario. Así se vió en las últimas elecciones. Hay estudios que muestran la continuidad de los apellidos que se sientan en los consejos de administración del IBEX 35 con los jerarcas del franquismo (sumado a las puertas giratorias, colusión con el poder mediático y también judicial etc). España es suya, es su obra. Una obra de la que se sienten orgullosos. La narrativa de los vencedores de la Guerra Civil es la del sacrificio que realizaron para “salvar” España y llevarla a lo que hoy es. Por supuesto que hubo ese sacrificio por parte los vencedores, porque las salvajadas de la Guerra Civil las padeció todo el mundo. Otra cosa es que generaciones después todavía se constriña la percepción y sólo pueda verse el dolor sufrido pero no el dolor causado. Ahí es donde actúa la sombra colectiva: el dolor no reconocido que está actuando en el holón España.
En el estadio Ámbar mítico-pertenencia el fundamento del poder no se encuentra en el consentimiento de los gobernados que ponen a los dirigentes en su lugar (teoría del contrato social) sino en una asignación de lugares ya dada (por eso es mítico) y que cada parte -gobernantes y gobernados- debe someterse a la función que le toca según el lugar que ocupa, porque siempre ha sido así. Sea por derecho divino o por los sacrificios pagados para salvar España. Las elecciones democráticas son el trámite para ratificar lo que las elites previamente ya han decidido. El IBEX 35 es quien crea los puestos de trabajo en España, el pueblo pues debe estarle agradecido por la prosperidad que le viene creada desde arriba. Las críticas deben ignorarse -por eso la escandalosa sumisión de los mass media al poder económico- ante su benefactora función en aras de la prosperidad de esa España por la que tanto se han sacrificado. Fuera de la seguridad Ámbar sólo aguarda el caos y la destrucción (eso que ahora parece traer el soberanismo catalán…). El Ámbar ofrece seguridad porque el Bien y el Mal están perfectamente delimitados y no se someten a discusión o negociación, sólo cabe el acatamiento y que cada parte de la sociedad cumpla con su deber; así es como se superó el anterior estado tribal Rojo.
La fidelidad de la clase dirigente española a la narrativa Ámbar, a pesar de que ya se han sucedido varias generaciones desde la guerra Civil, es lo que pone de manifiesto su incapacidad dado que no puede comprender ni integrar bien los siguientes estadios Naranja y Verde que también están presentes en nuestra sociedad. De momento vemos un replegamiento agresivo sobre los valores Ámbar. Ante la amenaza del Mal -¡la rotura de España! ¡el regreso a las tribus!- frente a ese Bien -la unidad de España que tantos sacrificios ha costado- , se degrada la independencia del poder judicial hasta ponerlo a la cola de Europa y se incrementa el control de los aparatos del Estado, como por ejemplo la policía política que fabrica pruebas contra políticos soberanistas, sabiéndose impune no sólo por el amparo del gobierno sino también porque una parte de la sociedad española está dispuesta a creerse cualquier relato que refuerce esa visión Ámbar en que el “otro” (el político soberanista, en este caso) es el Mal y por tanto sólo puede ser un corrupto, un nazi, un burgués egoísta o un antisistema. 
Cuando ese “otro” es un soberanista Rojo o Ámbar -que los hay-, encaja perfectamente con la alarma del unionista Ámbar que ve su Bien amenazado. Mi tesis es que el soberanismo, sobre todo, es Naranja y Verde, algo que desde la altura Ámbar -dominante en el unionismo- no se puede contemplar, por eso reinterpreta todo el soberanismo como un movimiento regresivo Rojo, identitario y egocéntrico, y además le sirve para proyectar ahí su sombra. De ahí la dificultad de comprensión entre ámbas partes, un wicked problem.