Uno de
los los argumentos más reiterados del unionismo es que los catalanes
soberanistas estamos «adoctrinados», ya que los políticos
soberanistas mienten y han difundido sus disparates a través de la
escuela y de los medios de comunicación que tienen comprados y
controlados. A eso dedican su esfuerzo y gastan el dinero de todos.
El
«mapa oculto» subyacente a este argumento unionista es Ámbar.
Al proyectar (porque no se reconoce en si mismo) esta sombra
mítico-pertenencia sobre un oponente soberanista que básicamente se
encuentra en el nivel siguiente, el racional-Naranja, le provoca
hilaridad, cosa que aún irrita más unionista, que siente topar
contra una pared de obcecación que se niega a escuchar sus pruebas.
También provoca ira en los soberanistas Ámbar,
que responden a la proyección de ese mapa oculto con la misma
proyección: «y tu todavía estás más adoctrinado». Que se
continue usando esa argumentación adoctrinamiento, a pesar de la
patente ineficacia que ha demostrado para convencer a ningún
soberanista, es una muestra de lo arraigada que está en la
conciencia unionista ese nivel mítico-pertenencia Ámbar
con sus correspondientes mapas ocultos.
En el
nivel Ámbar la obediencia
a las reglas establecidas es un valor fundamental, puesto que se han
trascendido los impulsos egocéntricos del nivel Rojo
anterior (“lo que es bueno es lo que a mi me conviene”), los
cuales han quedado incluidos en una unidad superior, un “nosotros”
que trasciende los lazos tribales y de sangre, aunque sea un
“nosotros” etnocéntrico. Cuando la conciencia queda estancada en
el nivel Ámbar, no puede reconocer por encima los valores
Naranja mundicéntricos (“los hombres son iguales con
independencia de sexo, raza, etc”) ni los valores Verde
pluralistas (“hay que recoger, y no marginar, todas la perspectivas
y minorías”). Sin embargo tenemos que recordar que los niveles no
son compartimentos estancos; señalar el unionismo mayoritario como
Ambar no quiere decir que los unionistas sean Ámbar en todos
sus aspectos, ni mucho menos, todos tenemos diferentes facetas
personales, relacionales o de opinión política que se pueden ubicar
en los diferentes niveles de la espiral.
La
obediencia es un valor Ámbar
porque, al trascender el egocentrismo Rojo, lo que cohesiona ese
“nosotros” etnocéntrico es un Bien que no se puede discutir,
sólo hay que acatarlo. Afuera de ese “nosotros” sólo aguarda el
caos tribal y egocéntrico del que se emergió anteriormente. Ya
hemos escrito que esta narrativa es la usada por los vencedores de la
Guerra Civil (y así justificaron sus crímenes) y todavía actúa
desde la sombra colectiva, como fidelidad a los ancestros por los
sacrificios que costó esa victoria. Ese Bien Ámbar
indiscutible es “la unidad de España” (o más
técnicamente: la soberanía del pueblo español). Por eso,
desde la perspectiva Ámbar, quien “desafía” ese Bien
sólo puede ser un loco, malvado, nazi, talibán... o un ingenuo
adoctrinado por alguno de los anteriores.
Decimos
que es una sombra Ámbar porque en ese nivel el Bien no se
puede discutir o someter a crítica racional, sólo se puede acatar,
y va de arriba a abajo. El Contrato Social, es decir, cuando el poder
va de abajo a arriba y los gobernantes obtienen su legitimidad del
consentimiento de los gobernados, es un logro del siguiente estado
racional Naranja, esto es, de la Ilustración. Cuando se
acusa de adoctrinado al oponente se está dando por
hecho de que es un ser sin criterio propio y que alguien desde arriba
le ha inculcado esas ideas que las debe asumir sin discutirlas,
así es como funciona la conciencia Ámbar, y así es como funciona su "mapa" para ver el mundo.
Un
ejemplo similar estaría en aquel ministro del PP que pretendía
“españolizar a los niños catalanes”. Los que lo
aplaudieron, sin lugar a dudas lo hicieron desde su gran amor a
España, cuya unidad la consideran el Bien indiscutible. Ningún
titubeo en considerar que “los catalanes son españoles”
(“Qué pone en tu DNI?”(1) se lee en muchas discusiones de
twitter). Sin embargo, por otro lado, estaba admitiendo que los
catalanes no son (del todo) españoles, ya que reclamaban el tener
que españolizarlos (algo no tan necesario en niños murcianos o
leoneses). El titubeo no se admite en la conciencia Ámbar, la duda
hay que expulsarla o relegarla a la sombra, sólo se admite la
certeza. Si esa España no está tan unida como proclamaba con todo
su amor el ministro, jamás podrá ser por la posibilidad que esa
idea de la España unida no se corresponda con la realidad...
(por ejemplo, podría haber una pluralidad cuyas partes tengan mal
encaje…). Eso tiene que estar fuera de toda duda, la consecuencia
es que tiene que haber algún elemento exterior, perverso, que ataque
ese Bien cierto e indiscutible para la conciencia Ámbar que es la
unidad de España. Y ese elemento exterior perverso es el
independentista que, sea por ingenuidad (ahí cabe la salvación si
acepta el Bien), sea por maldad (ahí no cabe el acuerdo), está
“adoctrinado”. De ahí la incansable proyección de esa sombra
contra el soberanista con la acusación de adoctrinamiento -y la poca
mella que ha hecho para cambiarle la opinión.
Es una
muestra más de esa sorprendente paradoja de que los más aman
España hayan sido los que más han estimulado el movimiento
independentista. La sombra es lo que más se teme u odia
de uno mismo, por eso se necesita proyectarla fuera. La cohesión
interna de la propia certeza, para que no emerja la duda, exige un
esfuerzo descomunal. La represión interna se proyecta como agresión externa en defensa de ese Bien indiscutido. En el caso de la unidad de España, en el s. XX
durante décadas requirió de un régimen de terror y represión contra los
elementos “separatistas” (también contra los “rojos”, pero
esto daría para otro tema, demasiado largo). El hombre que ha
asesinado a más españoles en la historia ha sido Franco, y lo hizo
por amor a España (análogamente, quien más vascos ha asesinado ha
sido ETA, por la liberación de los vascos)
Una vez terminado el franquismo, la oligarquía instalada en la elite política, económica del IBEX 35, judicial y mediática ha proseguido ese descomunal esfuerzo de cohesión interna; lo podríamos llamar un nacionalismo español que se desconoce a si mismo (otra vez la sombra), pero sí que ve en el oponente su nacionalismo y su control del pensamiento, y denuncia infatigablemente ese adoctrinamiento nacionalista. Por eso los media no se cansan de proclamar que el problema de España es “el nacionalismo” que amenaza ese Bien de la unidad de España, y apenas reflejan la incompetencia de esa oligarquía que trata de gobernar desde sus parámetros Ámbar insanos una complejidad que se les escapa.
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(1) Otra frase sorprendente es cuando dicen “Eres español y morirás español, jódete”. Es decir, que “ser español” es algo que jode, algo malo, una carga desagradable… La conciencia de ser que exige el nivel Ambar verdaderamente es muy dura para el ser español…
Una vez terminado el franquismo, la oligarquía instalada en la elite política, económica del IBEX 35, judicial y mediática ha proseguido ese descomunal esfuerzo de cohesión interna; lo podríamos llamar un nacionalismo español que se desconoce a si mismo (otra vez la sombra), pero sí que ve en el oponente su nacionalismo y su control del pensamiento, y denuncia infatigablemente ese adoctrinamiento nacionalista. Por eso los media no se cansan de proclamar que el problema de España es “el nacionalismo” que amenaza ese Bien de la unidad de España, y apenas reflejan la incompetencia de esa oligarquía que trata de gobernar desde sus parámetros Ámbar insanos una complejidad que se les escapa.
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(1) Otra frase sorprendente es cuando dicen “Eres español y morirás español, jódete”. Es decir, que “ser español” es algo que jode, algo malo, una carga desagradable… La conciencia de ser que exige el nivel Ambar verdaderamente es muy dura para el ser español…