viernes, 21 de julio de 2017

Soberanismo regresivo

En este blog hemos defendido que las posturas del soberanismo estaban más evolucionadas que las del unionismo. Nuestra tesis es que el soberanismo tradicionalmente se veía apoyado desde la estructura sensible-pluralista Verde -que no es la mayoritaria en nuestra sociedad- y sólo consolidó su éxito cuando incorporó los valores logro-racional del estadio anterior al Verde, el Naranja. En otras palabras: «tengamos para nosotros un Estado (catalán) más eficiente, porque el que ahora tenemos (español) no nos sirve». Es el proceso político que se desencadenó con el fracaso del Estatut conjuntado la crisis económica.
La respuesta del Estado y del unionismo, al estar profundamente anclada en los valores Ámbar/Azul, ha generado un conflicto entre las dos posiciones que no ha hecho más que crecer. Como explica la Teoría Integral (véase el texto de Ken Wilber arriba a la izquierda de este blog), cada estructura de conciencia ve el mundo desde su propio nivel y no puede ver a la otra desde dentro.
Sin embargo no todo el soberanismo está más evolucionado. Un ejemplo es este cartel que se ha visto colgado por las calles. En otros posts ya hemos argumentado como en este conflicto está actuando una sombra colectiva no reconocida de Catalunya y España. El mecanismo de proyección de la sombra contra «el otro» funciona a toda máquina, y a medida que se acerca el choque institucional entre las dos legitimidades, emociones como el miedo y la ira, habitualmente a buen recaudo en la sombra, empiezan a proyectarse sobre el «otro» con más virulencia.
En este caso se parte de algo muy propio del nivel Verde: las heridas causadas por el franquismo en la conciencia colectiva catalana. Un poso de terror, miedo e impotencia que no se ha limpiado (una impotencia que ha alimentado el clásico victimismo catalán, típica sombra delcatalanismo de la que ya hemos hablado). Por supuesto que no ha ayudado a limpiar la falta de reconocimiento por parte de los herederos del franquismo del dolor que ha causado mantener España unida. En el nivel Verde, sin embargo, las «políticas de la identidad» típicas del pluralismo postmodernista están exacerbadas. Una de las características de esas «políticas de la identidad» postmodernas es el victimismo para eludir la responsabilidad individual. En el estadio anterior al Verde, el Naranja, un aspecto nuclear es el logro individual. En su ansia de diferenciarse del Naranja, el Verde subraya lo estructural que subyace en lo individual («lo personal es político» suelen decir). Estas «políticas de la identidad» postmodernas son aún más diferentes de la sólida identidad del unionismo español, basada en los valores Azul/Ambar que tiene como núcleo las reglas claras y la represión de los impulsos egoístas.
El soberanismo ve en el referendum del 1-Oct como una oportunidad de dejar atrás la rígida estructura Ámbar del actual Estado. Por un lado, por su ineficiencia económica (lo que se ha venido a llamar la «casta extractiva», «capitalismo de amiguetes», «empresas del BOE», etc), es decir una evolución hacia Naranja sano. Por otro lado, por su nacionalismo uniformizante («aquí nadie es especial») que tan mal tolera la diferencia, en este caso la lengua y cultura catalanas: una evolución hacia el pluralismo Verde. Es un proyecto evolutivo que ha ilusionado a gran parte de la sociedad catalana.
Sin embargo, en este proyecto evolutivo se cuelan estos elementos regresivos como el de este cartel que vienen a decir «Si no estás con el soberanismo (el referéndum 1-Oct), entonces eres un fascista enemigo de la democracia». Otra vez la claridad Ámbar en que el Bien está perfectamente diferenciado del Mal y no caben componendas entre ellos. Un discurso análogo al que ya hemos analizado aquí del unionismo Ámbar que entiende que quien se opone al Bien que representa la unidad de España sólo puede ser un egoísta de nivel Rojo: nazi, talibán, antisistema, adoctrinado...
Lo más paradójico es que este cartel lo ha promovido sectores de la ultraizquierda claramente identificados con las «políticas de la identidad» postmodernas (feminismo, antitaurinos, etc) y los que más se han ofendido precisamente han sido los otros sectores de la ultraizquierda cuya pureza Verde de sus «políticas de la identidad» les impide contaminarse y participar en un proyecto político que incluya a la derecha burguesa Naranja del PDCat. Són los aspectos que caracterizan el vMeme Verde insano: al haber emergido a partir de los valores Naranja, en lugar de incluirlos, se quiere desidentificar tanto de ellos que los rechaza y entonces cae en una regresión Roja o Ámbar  

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