He leído en «La Religión del Futuro» de Ken Wilber por primera vez una descripción de lo que él llama estadio Mítico-racional ámbar/naranja, es decir, que lo considera un estadio por si mismo. Esto me ayuda a aclarar una de las discusiones más recurrentes que he tenido con el tema del soberanismo. Mi tesis ha sido que el centro de gravedad del unionismo era mítico-pertenencia Ámbar. Esto es: la unidad de España es un bien religioso absoluto, y quien se atreva cuestionarlo sólo puede ser un perverso egoísta. De ahí hemos visto como la intelligentsia española ha construido la imagen del «nacionalista catalán» con los elementos clásicos del anti-semitismo: endogamia, deslealtad a la patria común, preocupación exclusiva por el dinero, etc. La típica construcción del enemigo interno que cohesione a los fieles (¡«yo no soy nacionalista, soy español!»), el último recurso de la corrompida elite que dirige el Estado surgido del Régimen del 78, cuya podredumbre ya no sabe como disimular. Así, al disidente se le aplica el derecho penal del enemigo y no se le combate con la acción política Naranja, sino desde las cloacas, con los servicios secretos y la lawfare de la alta magistratura. Estas semanas, por cierto, parece que Podemos acaba de descubrir que esta práctica no-política del Deep-State también se les está aplicando a ellos (mientras solamente se aplicó al soberanismo, Podemos se puso de perfil).
Cuando yo defensaba esa tesis del unionismo como Ámbar recibía la réplica indignada de cómo podía defender algo tan regresivo como el “nacionalismo”, compuesto de victimismo (algo cierto: su sombra Verde, de la que ya he hablado en este blog) y etnocentrismo (en mi opinión: proyección del “mapa oculto” ámbar de los partidarios de la unidad de España). Su tesis era que España es una “democracia consolidada”, es decir, plenamente naranja. Por supuesto que son innegables los elementos democráticos naranja de la Constitución del 78 (C78), además de todo lo verde que se ha incorporado desde entonces, como los derechos de los homosexuales. Aunque el anhelo infantil de repetir “somos una democracia consolidada” (nadie en Europa necesita proclamar eso) debería alertar sobre qué sombra está actuando ahí.
Esta consideración de lo ámbar/naranja com un estadio por si mismo me hace entender mejor la dinámica. Según Wilber, en ese estadio surgen los “expertos” que aplican la capacidad racional a un “enfoque global que sigue siendo muy rígido, inflexible y concreto”… “centrará su visión concreta de un problema sin hacer el menor intento de incluir otros enfoques o métodos. Y cuando mencionan otros enfoques, suele ser para describir porque no son exactos, eficaces o eficientes como el suyo y se centran en características que representan el aspecto mítico-etnocéntrico [la unidad de España], es decir en la visión que se tiene desde el interior del grupo”.
Han habido muchos expertos juristas que han dicho que la demanda soberanista cabía en una constitución Naranja. Están otros ejemplos naranja como Quebec y Escocia en que así fue. Sin embargo la respuesta de los expertos del Estado al servició del R78 ha sido inflexible: “España no se va a romper” y derecho penal del enemigo para los disidentes. Más allá de las proclamas de “Viva el Rey!” por los próceres del CGPJ, sus admoniciones a los jueces para recordar el fin último de la acción de la justicia es la unidad de España según la C78 (no la defensa de los derechos fundamentales, por ejemplo), o las filigranas conceptuales con las que argumentan ante la justicia europea que les entregue al presidente exiliado de Catalunya para poderlo encarcelar, me hacen pensar que este estadio Mítico-racional de Wilber pone claridad en el tema.
Por un lado está la auto-percepción naranja de la intelligentsia de España como una democracia moderna europea etc que gracias a la Transición dejó atrás para siempre el fascismo representado por Franco. Por otro lado tenemos una práctica muy alejada de política liberal naranja puesto que se basa en el lawfare y el derecho penal del enemigo, para el que la división no está entre ciudadanos inocentes o culpables, sino entre “personas” y enemigos contra los que el Estado debe actuar preventivamente. Este nuevo estadio Mítico-racional ámbar/naranja puede que sea la explicación para esa incoherencia entre lo que se practica y lo que se percibe por parte de los que mantienen el R78 de España.
Cuando yo defensaba esa tesis del unionismo como Ámbar recibía la réplica indignada de cómo podía defender algo tan regresivo como el “nacionalismo”, compuesto de victimismo (algo cierto: su sombra Verde, de la que ya he hablado en este blog) y etnocentrismo (en mi opinión: proyección del “mapa oculto” ámbar de los partidarios de la unidad de España). Su tesis era que España es una “democracia consolidada”, es decir, plenamente naranja. Por supuesto que son innegables los elementos democráticos naranja de la Constitución del 78 (C78), además de todo lo verde que se ha incorporado desde entonces, como los derechos de los homosexuales. Aunque el anhelo infantil de repetir “somos una democracia consolidada” (nadie en Europa necesita proclamar eso) debería alertar sobre qué sombra está actuando ahí.
Esta consideración de lo ámbar/naranja com un estadio por si mismo me hace entender mejor la dinámica. Según Wilber, en ese estadio surgen los “expertos” que aplican la capacidad racional a un “enfoque global que sigue siendo muy rígido, inflexible y concreto”… “centrará su visión concreta de un problema sin hacer el menor intento de incluir otros enfoques o métodos. Y cuando mencionan otros enfoques, suele ser para describir porque no son exactos, eficaces o eficientes como el suyo y se centran en características que representan el aspecto mítico-etnocéntrico [la unidad de España], es decir en la visión que se tiene desde el interior del grupo”.
Han habido muchos expertos juristas que han dicho que la demanda soberanista cabía en una constitución Naranja. Están otros ejemplos naranja como Quebec y Escocia en que así fue. Sin embargo la respuesta de los expertos del Estado al servició del R78 ha sido inflexible: “España no se va a romper” y derecho penal del enemigo para los disidentes. Más allá de las proclamas de “Viva el Rey!” por los próceres del CGPJ, sus admoniciones a los jueces para recordar el fin último de la acción de la justicia es la unidad de España según la C78 (no la defensa de los derechos fundamentales, por ejemplo), o las filigranas conceptuales con las que argumentan ante la justicia europea que les entregue al presidente exiliado de Catalunya para poderlo encarcelar, me hacen pensar que este estadio Mítico-racional de Wilber pone claridad en el tema.
Por un lado está la auto-percepción naranja de la intelligentsia de España como una democracia moderna europea etc que gracias a la Transición dejó atrás para siempre el fascismo representado por Franco. Por otro lado tenemos una práctica muy alejada de política liberal naranja puesto que se basa en el lawfare y el derecho penal del enemigo, para el que la división no está entre ciudadanos inocentes o culpables, sino entre “personas” y enemigos contra los que el Estado debe actuar preventivamente. Este nuevo estadio Mítico-racional ámbar/naranja puede que sea la explicación para esa incoherencia entre lo que se practica y lo que se percibe por parte de los que mantienen el R78 de España.
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